domingo, 31 de enero de 2016


Retractos # 09: “Otto Pavel Pevlavsky

 “Nací en la República Soviética de Baviera”,  nos decía Pavel mientras reía, y luego, pasaba el vaso tinto a la transparencia en un movimiento de ágil costumbre.
 ¡Qué alemán raro, que le gusta el vino y no toma cerveza! Solíamos decirle en las reuniones del club de regatas, frente al mar.
-A mi la cerveza me cae mal, pero sepan que en Alemania tenemos buen vino, y si no lo encontramos, lo apreciamos igual. –Bromeaba con verdades, porque había algo que era cierto: Pavel, carpintero naval,  tenía un paladar privilegiado que podía reconocer un buen vino con olerlo.
Su padre trabajó en la firma Osram, fue uno de los tantos esclavos de la brutalidad del nazismo, militó y combatió hasta donde pudo. Con la caída de la camarilla de genocidas nazis, en Berlín, tras la decisión de ejecutar opositores y destruir toda instalación o infraestructura que aún quedase en pie por los ultra derechistas, allí su padre pereció entre otros miles de hombres y mujeres. La población frenó a las hordas nazis que volaban centrales eléctricas, represas, depósitos de agua o puentes, hasta donde le fue posible. Su padre había sido transferido a una mina de carbón, donde murió junto a mucha gente que fue víctima de un bombardeo: “los nazis –contaba Pavel, -hacían despegar de aeródromos cercanos y que tuviesen capacidad de operar, Dornier 217, Junkers 88, Henschel 123, etc, cualquier cosa que pudiese transportar una bomba y las lanzaban en las bocas de las minas, sepultando a la gente viva”
 Cualquiera puede entender el odio que genera un ejército invasor en otro país, cualquiera sea su origen, y es casi fácil y natural comprender el rechazo y combate al ocupador, pero estar en el nido de las serpientes y ser allí mismo disidente, es digno de todo elogio y respeto.
-La resistencia en Alemania fue heroica, poco se dice y poco se conoce en el exterior. Desde la derrota de Kursk, festejada por los Rusos como el triunfo de la guerra, y el fallido atentado contra Hitler y su camarilla de asesinos por parte de otra facción nazi, tan pútrida y deplorable como ellos mismos, todo cambió. Las ejecuciones en campos de exterminio de judíos, gitanos, opositores y todo lo que representara una amenaza, pasó a tener un carácter disuasorio, la guerra ya estaba desde hacía años completamente terminada y perdida. Entonces, para mayor control interno, en el 44 todas las armas pasaron a orbita de las SS. La derrota fue más terrible al estar en manos de subnormales e ineptos que, como error más absurdo y patético, se creían un estado superior de la raza humana.  Dos hermanos de mi padre murieron en su lucha anti-nazi. Uno fue ejecutado en una fábrica junto a otros esclavos (¡Goering hizo fortunas vendiendo esclavos!), y el otro pereció en primera línea en Stalingrado. Mandaban al frente a la disidencia. –Nos contaba Pavel.
 Pavel, ya viejo cuando estas charlas que fueron hace muchos años, nunca manifestó odio ni desprecio más que por los nazis, no por la tropa que obligada combatía, y en la que uno de sus tíos fue enrolado. Salvó su vida, pero la ocupación de Polonia lo mató en vida.
-¿Saben la importancia que tuvo para gran parte de la música alemana la influencia polaca? ¿Saben la profunda admiración y agradecimiento que siempre manifestó Teleman  a la cultura polaca, de la que tuvo el privilegio de conocer durante su estadía en Plessen o Cracovia? ¡Y estos bastardos la bombardearon de un día para el otro, mejor dicho, en la madrugada, y a esa traición cobarde la maquillaron “guerra relámpago”! 
 Sin duda la tristeza que Pavel evidenciaba le oprimía el corazón y seguramente, intentaría buscar en algún detalle inconexo del devenir de la República de Weimar la mal formación de una matriz que acarrearía el dolor y sufrimiento que inundó a millones de personas.
 Para nosotros, aquellas palabras pegaban fuerte, y además, por haber estado tan lejos y al margen de las disputas del “civilizado mundo occidental”, nos dejaba un sabor agridulce, pues eran testimonios, palabras, y podía sentirse la desesperación que afloraba en la mirada al intentar calmar desgracias tan terribles como las ocurridas.
-Pavel, a eso que llaman “el primer mundo” da asco. Para mí es un modelo que descarto de plano. –Le comentó Francisco, hijo de italianos llegados aquí en el 41.
 Pavel, sonrió, vio como le llenaban nuevamente su vaso y comentó:
-Menos mal, por eso son mis amigos.
 Pasaron años después de esta charla, que traigo a la memoria hoy, y también son bastante los años que pasaron desde su desaparición física.
 A veces, cuando navegamos en mi velero, junto a Juan y el mismo Francisco, sentados en la pequeña sala bajo cubierta, construida enteramente por Pavel, lo recordamos como si estuviese presente en la madera de los muebles. No es necesario decir nada.
 Por otro lado, rescatar imágenes o sensaciones como fotos a medio revelar, fue lo que los ojos de nuestro amigo alemán nos ha dejado.
 A veces pienso que los ojos son de agua, absorben escenarios y hechos tan terribles como felices, y después los desparraman por todo el organismo. Nos forman, dan color y estructuran posiciones y actitudes, modelan muecas, esconden gestos y expresan sensaciones. Pero al igual que todo recuerdo, desarticulado y tremolante como un sueño, aunque vivido por otro y contado al punto de generar nuevas sensaciones producto de su representación, lo vivido por Pavel y su gente no escaparía eventualmente a lo que cualquiera de nosotros podría vivir. Y seguramente, y condicionados por lo acaecido en el transcurso de años tan tenebrosos como aquellos, nosotros estaríamos  gesticulando en este u otro idioma para hacernos entender, y expresar, de la forma que menos devele nuestra tristeza, aquello que ocurrió y de lo que nuestra conciencia a manera de traductor trasmita a otras personas.

RV 2016



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