domingo, 17 de diciembre de 2017



2017 postales del Ark # 02: "Alerta en la nebulosa"

Fue un error el no haber impedido la salida de mis compañeros, y dejarme arrullar por el canto de los pájaros sobre la fuente. Estuve inmerso en estúpidas conjeturas que me hicieron dudar sobre si partiría con ellos, o restaría en pista, sentado bajo el alero retorcido que nos protege del sol, esperando partir en la próxima misión: ni una cosa, ni la otra.
 Fue una verdadera fortuna llegar vivo al aeródromo, y si una ráfaga cortó el sistema hidráulico que movía el tren de aterrizaje, no me tocó y es así que llegué vivo a la base, luego el aterrizaje forzoso derivó en las lesiones que me tienen postrado en la cama...
 Pero en el sueño (porque mi conflicto lo genera un sueño), yo no volaba con ellos, mis compañeros, o sí lo hacía, pero desde otro lugar porque era ave, y en mi vuelo los alcanzaba y cruzaba... Pero yo venía de lejos, y en mi viaje crucé aquel enjambre de cazas, pesadamente cargados de depósitos lanzarles e imponentemente formados en escalones desde los 9000 metros. Escoltaban una formación de aparatos muy grandes, pero no era su misión principal: habían descrito un enorme semicírculo, desviándose junto a la formación de lentos bombarderos o aviones de transporte. Entonces me adelanté y pude contactarme con mi formación de cazas, pero de poco sirvió mi inadvertida presencia ante el enemigo si no podía hacerle saber a mis compañeros del peligro... y apareció el enjambre, y por más agilidad y picada que se practicase, siempre un enemigo a las seis horas echaba por tierra las posibilidades de un combate parejo... y si se lograron derribar contrincantes, fue al precio de la entera desaparición del escuadrón.
Ahora, con el lejano canto de los pájaros opacados por la fuente ensordecedora, intento acercarme a ellos, sí, desde aquí, cerrando los ojos y apretando los puños, para que llegue a ellos mi alerta, y si esta así no lo hace y tampoco es verdadera, me ayude a despertar de esta pesadilla, en la que ya ni pretendo volar, porque ni siquiera siento las piernas.

RV 2017