martes, 27 de diciembre de 2016
jueves, 15 de diciembre de 2016
Retractos # 30: "Olêpte"
Sentir las lluvia de
lava caer perforando las nubes azules y aspirar fuego como metal liquido, es el
recuerdo que hasta en pesadillas sentencia el destino. Los más pequeños que
fueron cargados en brazos, pocos de ellos, lograron sobrevivir: la gran mayoría
quedó atrapado por las llamas, envueltos en cuna de muerte entre el abrazo de
sus madres. Sentir arder los bosques con tanta velocidad que al evaporarse el
agua de sus ramas y hojas el humo se hizo pegajoso, y donde sus gotas se
depositaron, manchas negras quedaron emulando su forma sobre la piel. Todo
estaba señalado por una serie de fallas aberrantes en los sistemas de riego,
era de suponer que esto tarde o temprano ocurriría, y la falta de reacción de
quienes operaban la planta hídrica, denotó un accionar irresponsable y poco
precavido.
Después de la
tragedia, y por más de dos semanas, las población de Raptki continuó la marcha
hasta que el éxodo se fue desmembrando y para no perder el contacto, poco a
poco se fueron parando en grupos. Todos a las vista por una extensión de más de
doscientos kilómetros, los raptkianos se detuvieron con el fin de retomar
energía. Pero el lugar se hizo absolutamente cálido y el suelo era tan
fabulosamente fértil, que se asentaron en más de 340 poblados, que abarcaban la
distancia antes dicha, y que reunía, entre todos ellos, más de 270.000
individuos. Así se formó la Federación Raptki en forma de cadena que poco a poco
se amuralló y juntó en un enorme cerco a todos, comunicados entre sí por
túneles y la misma fortificación que los envolvía. Se dejaron pasajes cada más
de veinte kilómetros para permitir el paso de quienes quisieran continuar su
camino y se viesen obstaculizados por los enormes muros de más treinta metros
de altura.
Pasaron los años, y
las lluvias y sequías siempre estuvieron acordes a un ciclo natural y nunca tan
hostil como el que conocieron aquellas criaturas. Las construcciones se
volvieron fantásticas ciudades con jardines mágicamente situados a diferentes
alturas, y en pendientes y montículos gigantescos, se construyeron estanques y
depósitos donde el agua de lluvia fue retenida.
Pero una mañana de
sol escarlata y calor sofocante, en la lejanía del paraje reseco, se vio
temblar una figura como un espejismo. Avanzaba y en su paso lento pero erguido,
parecía un viajero que más que encontrarse perdido, portaba un mensaje. Y así fue. Llego a una de
las torres de guardia más grande, desde donde se había aglomerado la población
que le había visto venir. Estando a pocos metros de la muralla, y con la
distancia suficiente para ser bien visto, se detuvo. La sorpresa fue total al
comprobarse que se trataba de otro raptkiano.
-¿Dónde está el comandante de la guardia de esta torre?
-Preguntó aquel extraño individuo, en lengua absolutamente igual a la hablada
por ellos.
-¿Quién eres? -Respondió un oficial de la guardia. La
muchedumbre no podía sacarle los ojos de encima, y apenas era posible escuchar
las respiraciones agitadas por el asfixiante sopor.
-Vengo de Raptki. -Hubo un silencio que fue respuesta.
-Hace más de un mes que camino buscando encontrar habitantes
de mi nación. -Dijo el peregrino. No se notaba ningún síntoma de agotamiento y
parecía que el calor no le afectara.
-¿Para qué quieres encontrar gente de ese lugar?
-Ustedes lo son, ¿no es cierto? -Después de ciertas dudas
que se reflejaron en veloces miradas entre la muchedumbre, más de una voz
contestó afirmativamente.
-¡Já! -Dejó escapar el viajero. -Entonces sepan que todo el
tesoro de Raptki ha quedado al descubierto, el fuego consumió y desmoronó
paredes, y allí, como simples piedras de un camino primitivo, se encuentra toda
la riqueza diseminada. -Levantó una mano y un resplandor dio a entender que lo
que contenía era oro.
-¿Tu quién eres? -Volvió a sentirse la voz del comandante de
la guardia.
-Alguien que estuvo ausente durante el incendio, fui de los
que bajamos hacia los acantilados para buscar un lugar más húmedo donde
trasladarnos o de donde sacar agua. Soy del personal de la planta hídrica. Me
llamo Olêpte...
-¡Pedazo de idiota! -Se sintió desde la muralla. -¡Inepto,
por vuestra culpa todo se ha perdido! -Gritó otra voz desde lo lejos, casi
imperceptible. Luego fue arrojada una piedra, y en cuestión de segundos, Olêpte
tuvo que alejarse para no ser alcanzado por la lluvia de objetos que intentaban
dar con él. El berrinche asemejaba a un infierno de marranos gritando. El
viajero intentó en vano explicar de que él no estaba a cargo de la planta, y
que. simplemente era parte del personal de exploración. Pero de inmediato la
gente se fue disgregando y ganando los pasajes que los llevaba a los caminos
que se encontraban en el nivel más bajo. En minutos apenas solo se podía
apreciar la silueta negra de la guardia en el filo de los muros. El viajero se
acercó lentamente a una puerta. El comandante le tiró las llaves y con lentitud
Olêpte se introdujo por una puerta gruesa y angosta de la torre. Una vez
arriba, uno de los guardias le dio agua y el explorador permaneció sentado en
un pequeño muro. Desde allí, en remolinos de polvo que recorrían las márgenes
internas de la fortificación, Olêpte y el cuerpo de guardia vio a la inmensa
masa perderse en dirección hacia la destruida y fantasmal ciudad de Raptki.
Casi de forma instintiva, de forma casual se agenciaba la muchedumbre
recipientes que amontonaba como podía, pero prácticamente sin detenerse. Así
fue que vieron partir a la inmensa mayoría de los pobladores de aquellas
fortalezas. Y de ellos nada más se supo. Por algún motivo, quedaron unos pocos
en medio de la inmensa construcción, pero no permanecieron más de dos días, y
abandonaron el lugar partiendo en el sentido opuesto del que había llegado el
viajero o explorador. Eran más de diez o quince mil los peregrinos ahora.
Distanciados ya varios kilómetros, el comandante de la guardia se giró un
instante para contemplar la extensa muralla que como una línea ocre desaparecía
detrás del horizonte. Pensó en las distancias y odió el momento que estaba viviendo,
como una historia que se repetía oscuramente, y donde no podría haber lugar
para todos los pobladores de una ciudad que se creía tan brillante como un
astro.
RV 2016
viernes, 9 de diciembre de 2016
Retractos # 29: "Femírides"
Si las coordenadas no fuesen las correctas, si por algún
descuido hubiese alteraciones en los trazados, si entonces jugase los dados la
fortuna, todo estaría definitivamente acabado. De constatarse el menor
descuido, antes de su completa difusión, los errores serían subsanados y las
causas comprendidas dentro del accionar básico de cada instancia. Todo estaba
contemplado y en el preciso momento del disparo inicial, la inición del declive
y posterior nacimiento, se silenció la sala.
Apenas la vibración
del inmenso aparato se transmitía por todo el suelo quilómetros a la redonda, y
el calor asfixiante que desde hacía siete años brotaba de los reactores
encendidos, fingía espejismos en torno al cinturón desértico que se había
formado. Ahora la vibración, temblor por momentos de fuerte frecuencia, eran
sacudidas violentas y se precipitaban por tierra objetos, arneses, depósitos y
muebles con instrumental y aplicaciones electrónicas que controlaban funciones
del inmenso transbordador espacial. Se comenzaron a sentir detonaciones;
primero de forma sórdida y espaciada, después, como los pasos de un gigante que
se acerca a zancadas, explosiones huecas y ensordecedoras que parecían dañar el
esmalte que cubría las toberas de cada turbina. En medio de la horrorosa sensación
que más parecía la desintegración de todo, fue posible constatar que el
monstruo se elevaba. Fue el mismo Femírides que así lo comprobó por su ventana
de observación, la única dispuesta de modo de hacer posible tal acontecimiento,
y la única que estaba destinada a un tripulante de aquella inmensa nava
abordada por más de 75000 individuos. También constató Femírides que ya hacía
un buen rato que estaban en el aire, y que, según sus cálculos al ver a lo
lejos en la distancia las vías de acceso a la zona plataforma de lanzamiento,
que sería cuando se sintieron los primeros estruendos, livianos aún para lo que
en definitiva se transformaron, que ganaban altura lentamente.
Se estabilizó su
posición, si bien no pudo corregirse su inclinación hacia uno de los lados de
depósitos, y a medida que se alejaban y esto no tenía remedio, ya se disponía
parte del personal para romper los seguros que mantenían el ensamblaje con
aquella parte de la nave que ejercía enorme peso. Pasaron segundos, quizás se
llegó a algunos minutos, pero asintió con la cabeza Femírides y saltaban las
enormes abrazaderas en explosiones retardadas en pares que al unísono liberaban
el inmenso módulo de carga; la sombra misma de la nave se proyectaba sobre él,
y a medida que se separaba y quedaba atrás, nuevamente la luz lo bañaba,
expuesto a las brutales toberas que por un momento lo quemaron con sus
terribles lenguas de fuego. La nave se estabilizó.
Se vio a lo lejos, en
la corteza árida del planeta abandonado, una serie de pequeñas chispas, detonaciones
que estaban sincronizadas una vez esté el transbordador a aquella cota, y que,
cuanto más se alejaba, más parecían encenderse. Se había economizado al máximo
cada gasto energético, y si la idea de abandonar el planetoide incluía
destruirlo, fue mediante un grueso cable que al estirarse, producto de estar
enganchado a la nave, iba accionando las espoletas de cada carga de TNT. Después
se desencadenó todo como un juego de dominó que empuja cada pieza a otra, y
comenzaron las enormes detonaciones nucleares que envolvieron en gruesas nubes
al diminuto cuerpo con forma de papa, después pareció abrirse de uno de sus
lados como si por allí se escupiera luz hacia una parte del espacio.
Quedó atrás y el
zumbido del artefacto viajero comenzó a imponerse con la bondadosa comprobación
de que todo funcionaba bien, pero con la angustiante idea de que sería un
enorme esfuerzo acostumbrarse a convivir con él. Poco a poco cada tripulante se
aplicó a su función, y cada pasajero se acomodó en silenciosa prolijidad.
Femírides permanecía en su puesto de observación, sin dejar de mirar hacia el
punto rojo en que se había transformado el que hasta hacía unas horas fue su
lugar de hospedaje, y no cambió su posición hasta pasados tres días, cuando los
paneles de control se vieron verdes, y las espesas mamparas que cubrían
ventanas y ópticas, se corrieron poco a poco, por sectores y muy despacio,
cuidando no recargar el esfuerzo de los motores.
Pasaron los días y
los meses, el rumbo estaba definitivamente trazado, y en una mesa repleta de
uvas, Femírides, el observador, los ojos de todos, pausadamente narraba lo
visto, Varios compañeros, alrededor de la mesa, escribían y grababan, lo que
escuchaban. Aquel brutal suceso había tenido un único espectador, y a medida
que las secuelas de la iluminación cegadora le quitaban las últimas amorfas
composiciones de colores a sus ojos, se entendía que Femírides ya no vería más
nada de lo que los demás pudiesen ver, pero quedaría impresa en su memoria, la
imagen que solo a través de palabras podría enseñar para todos quienes nunca la
hemos visto.
RV 2016
sábado, 3 de diciembre de 2016
Retractos, capítulo # 28; "Tom Mitchum"
Cuando Tom testeó el
prototipo "CB-55 Artemia loca", y su desintegración a escasos
doscientos metros del aeródromo se esparció por varios kilómetros a la redonda,
la congoja fue unánime. En medio de la tristeza y desmotivación, por la pérdida
de años de investigación y (en un segundo plano), por la vida del piloto, apareció Tom. Volvió
caminando, sin fracturas pero sí bastante quemado. Los árboles le sirvieron de
colchón y así amortizó la caída, en medio de un bosque perdido en las colinas
más lejanas del complejo de investigación espacial. Del silencio, la sorpresa
escalofriante y la solución a la búsqueda de un nuevo piloto, el director del
instituto celebró y dio por hecho que Tom probaría al "CB-156 Cocotero
ruin".
En cuestión de tres
meses el CB-156 estaba sobre la plataforma de lanzamiento. Era, simplemente,
una modificación exhaustiva del CB-55. A las mejoras, arrojadas a la luz del
accidente que protagonizara Tom, se le sumaron aquellas que estarían aplicadas
sobre el mismo prototipo destruido, pero que en ocasión de solo testear su
despegue y aterrizaje, habían sido omitidas. Fue un error dedicar tanto trabajo
al CB-156, dar por hecho que estaría de vuelta a la base y que de allí en más,
se proyectaría la mejor de sus versiones.
Cocotero ruin estabilizó
su vuelo y ascendió a más de 16000 metros, en trepada vertiginosa y sin
vibraciones que alteren su funcionamiento o pronostiquen un posible fallo en su
estructura o planta impulsora. En vuelo crucero comenzó a sentirse una brutal
desaceleración, constatada desde los instrumentos en la base, por el testimonio
en directo de Tom, y por la filmación hecha por los cazas que le escoltaban y
registraban cada uno de sus movimientos. Los reactores se detuvieron al unísono
y no volvieron a dar señales de vida. Tom permaneció más tiempo del permitido
dentro de la cabina, y cuando se eyectó, a muy escasa altura, el paracaídas
apenas le permitió salvar su vida después del
brutal impacto en tierra.
Dos meses y tres días
lo tuvieron en tratamientos intensivos, y para cuando se daba como inevitable
su deceso, una mejora repentina lo puso nuevamente de pie, en las veredas
soleadas de la ciudad que ahora se achicharraba al infernal sol del verano.
Tom Mitchtum encaró
sin titubeos el proyecto "M607 Mamadera hostil". Era la misma célula
del CB-156 pero con dos turbosoplantes nuevos, enteramente proyectados de cero
y ya probados sobre aviones de línea. La falla eléctrica, que mantuvo apagadas
las turbinas del CB-156, y que mantuvo cerrada la cabina cuando la emergencia
le ordenaba abrirse (motivo por el cual permaneció dentro de ella en demasía),
fue revisadas y solucionada. Ahora la cabina tendría solo apertura manual y de
absoluta simpleza.
Pasado un año el M607
quedaba frente a la interminable pista de despegue. Sintió Tom multiplicarse
las fuerza G que le hundía en el asiento, el golpeteo sincronizado y cada vez
más rápido de la unión de los paños de cemento de la pista, la soltura perfecta
de el vuelo y la tensión del tren erguido y rodante en el aire, sin peso ninguno.
Se mantendría así durante el primer vuelo, como era costumbre, y entonces la
Mamadera hostil inició la trepada de forma vertiginosa, en ángulo de 45 grados
y sin su aceleración máxima, lo que daba enormes perspectivas de sus
prestaciones cuando estuviese a plena potencia.
Pero quedaría para
otra instancia posterior a este primer vuelo. El M607 retornaba a la base en
medio de una cerrada formación compuesta por tres cazas. Entonces un caza,
ubicado metros por encima del prototipo, perdió un tanque de combustible
adicional, el que impactó sobre el borde de ataque de uno de los timones de
profundidad del M607, y a pesar de que estuviese casi vacío, el golpe fue tan
seco que lo partió y el aparato comenzó a zigzaguear de forma salvaje,
embistiendo a uno de los cazas a su lado que en una gruesa cortina de humo
negro se precipitó al suelo. La suerte del prototipo no fue diferente, y si
bien fue posible mantenerlo en vuelo lento y en espiral abierto, su proa
comenzó a señalar el piso y en cuestión de segundos se disparaba a tierra como
un proyectil.
Aunque pudo Tom
escapar a la llamarada que envolvía la cabina, una vez eyectado su exposición
al fuego deterioró el paracaídas que apenas sí pudo sostener el peso del
desesperado piloto que cayó sobre el duro pavimento que circundaba a un hangar.
Algunos inconvenientes le postraron más tiempo del que se creía en una camilla
del hospital, llegando por momentos a pensarse que difícilmente sobreviviese.
Pero la Mamadera hostil fue un éxito y durante los casi siete meses de
internación y recuperación del piloto de prueba Tom Mitchum, se aprobó el
modelo y también se aprobó su producción para una primera entrega 40 ejemplares
versión "B5".
Cuando Tom apareció
en la base, ante el asombre total de todo el personal de pista y empleados de
diferentes áreas, un aplauso cerrado le hizo avergonzar como pocas veces. El
Director del instituto se deshacía en elogios, y en breves pasos, Tom se
encontró en la oficina de la máxima autoridad de aquel complejo aeronáutico. El
jefe mostró a Tom los resultados de aquel peligroso testeo, informó sobre la
fabricación de más de tres versiones y confesó su más profundo anhelo de que
sea él mismo, Tom Mitchum, quien testease la futura modificación de la última
variante denominada XC-6070 "Macaco soluble", casi completamente
proyectada y en fase de montaje. Tom se mantuvo incrédulo y dubitativo. Su jefe
lo percibió e intentó cambiar el curso de la conversación: era demasiado pronto
para proponerle volver al espacio después de una postración que casi se
transforma en perpetua.
Y entonces el
bullicio rodeó la oficina como una tormenta de arena y a través de los vidrios
craquelados las sombras empujaban luces y en manchas de colores se acercaron a
la puerta. Tres tipos entraron a la sala de improviso, idénticamente vestidos.
La grosera interrupción hacía suponer algo grave, y el personal acorralado como
ganado asustado, detrás de puerta que parecía el límite que los distanciaba del
infierno, confirmó la sospecha.
-Capitán Carlos F. Timerio, Director del Centro de
Investigación Espacial. -Dijo uno de los tipos. Más que una pregunta, fue una
sentencia.
El jefe se
incorporaba lentamente mientras el asombro le ganaba los ojos.
-Está arrestado por suministrar datos de seguridad nacional
a naciones enemigas.
Se fueron los tipos, y con ellos su jefe y su secretario. En
cuestión de minutos otras personas idénticamente uniformadas invadieron la sala
y removían cada papel y escudriñaban biblioratos y cajones de todos los
muebles.
-¿Y usted quién es? -Le preguntó groseramente uno de los
agentes de la investigación.
-Un espía, pedazo de imbécil.
Hubo un instante de perplejidad, pero el par de medallas que
Tom lucía en su solapa, dejó en silencio a todos dentro del cuarto.
Tom caminaba con más
lentitud que antes, se notaba que inclinaba los pasos a la izquierda, donde un
bastón le acompañaba sincronizadamente. Luego se detuvo bruscamente bajo el
soleado techo azul de aquel día. Muchos pensaron que elevaría los ojos al
firmamento, buscando en la inmensidad reconocerse en futuras instancias de
vuelo, pero no dirigió los ojos más allá del follaje oliva y reseco del
horizonte, detrás del alambrado que limitaba las pistas. No necesitaba ir más
lejos para revivir el nefasto momento en que, sorpresivamente, un depósito
lanzable de combustible de uno de los aparatos de escolta, se estrellaba contra
su nave.
RV 2016
viernes, 2 de diciembre de 2016
Retractos # 27: "Krons"
Las instancias
previas a la fuga del emperador y parte de su corte quedó inmersa en la más
apocalíptica de las recopilaciones históricas de aquel momento, aunque para
todos, o la gran mayoría, se trataba de "una exagerada visión de los
hechos con fuertes especulaciones".
No obstante, hubieron
quienes se dedicaron a predicar con los supuestos hechos la guerra y
premeditaban cualquier atropello hacia la nueva nación. Cuando el monarca
absoluto, Frexarrior tuvo que dimitir con medio imperio en cenizas y la quinta
parte de su gente sobreviviendo entre
escombros, el Fusilero Krons le perdonó la vida. Se opusieron muchos a su
decisión inconsulta, y fueron muchos los que le admiraban y seguían pero
titubearon frente a la posibilidad de dejar ir al Rey con parte de su clan, o ejecutarlos
a todos.
-Quedan aquí los niños y los adolescentes, ustedes, adultos
todos, parten ahora con rumbo impreciso. Aunque bien sabemos dónde se ocultarán
pues conocemos a las naciones traidoras. Nada les faltará para sobrevivir y
llegar a salvo de cuanto pueda ocurrirles en el trayecto, ya que con escolta no
cuentan. Aquellos que perezcan en la peregrinación, estarán contemplados entre
los muertos en batalla. Nada les faltará, excepto sus futuros descendientes,
que de ustedes tendrán cabal información de cada uno de sus horribles crímenes
y vergonzosas traiciones a la gente. No conservarán de ustedes siquiera un vago
recuerdo, un mohoso espejismo que escudriñarán en sus memorias hasta que el
tiempo los limpie, y sus nombres y apellidos, cambiados serán para una
convivencia justa y sin temor a venganzas crueles y repentinas.
Así habló Krons, "el Fusilero". El más cercano a
las brigadas armadas del emperador, el que supo de todos los motivos por los
que aquella gente diferente odiaba a la mayoría, también diferente a ellos.
Entonces partieron en
improvisada expedición, y durante los preparativos de la nave que les alejaría
de allí para siempre, tuvieron tiempo de ver arder en la hoguera sus escudos
estúpidos y estandartes absurdos. Se borraba todo vestigio imperial, y de algún
modo, aquel viaje terminaba por sellar su historia, pues sabido era que el
retorno era tan imposible como insólito.
Viajaron y se establecieron aquellos que pudieron en la
nación vecina y traidora, pues no fueron ni bien recibidos, ni hospedados con
honores. Allí, los más jóvenes de los adultos emprendieron brutal campaña
desmereciendo a quienes el poder les había quitado, y se empeñaron por
convencer de que una invasión sería la única forma de escapar a un ataque
masivo comandado por el Fusilero déspota.
Pero el tiempo
transcurría, y fue justo cuando pasada más de una década, aquella nación
traidora olvidó su imprudencia y aguardaba con expectativa la visita de
enviados de la gran patria de Krons, que se suscitó un verdadero milagro:
envuelta en una capa amarilla y de traje blanco, una joven embajadora se
presentaba a las autoridades que con entusiasmo la recibían. Entre la espesa
muchedumbre, una mujer que odiaba a su propia nación por haber sido su dueña y
hoy no poseer más que los recuerdos de sus abusos, la reconoció. De los gritos
pasó a la pelea por hacerse paso, y entre el bullicio se destacó su furia hasta
llegar a las autoridades que veían congelado el protocolo. La muchacha
embajadora hizo un gesto y exigió a la
guardia dejar paso a la mujer enloquecida. Se acercó, estando a escasos metros,
sin detener la marcha, enseñó un puñal a la joven al tiempo que decía :
-"esperaba acabar con tu vida, embajadora que no me representas, pero el
destino quiso que seas mi espejo; ¿acaso no te das cuenta de que soy tu
madre?" - de la guardia partió una flecha negra disparada desde una
ballesta, y la mujer se desplomó sobre los escalones de cerámica verde. La
embajadora encontró en el rostro de la mujer muerta cada detalle del suyo,
empalideció y creyó verse a sí misma ensartada y desparramada sobre la
escalera. No hubo quien no notara la escalofriante similitud, los rasgos
idénticos y proporciones de coordenadas perfectas... El anfitrión le estiró una
mano, adelantándose a cualquier reflejo de la muchacha que parecía bajo un
fuerte shock, intentó disculparse en un balbuceo confuso y de torpe
pronunciación, cuando la chica lo miró, y sin pestañar, puesto que parecía no
hacer foco más allá de su propio rostro de muerta, le dijo secamente;
"perdón".
RV 2016
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