jueves, 15 de diciembre de 2016



Retractos # 30: "Olêpte"

 Sentir las lluvia de lava caer perforando las nubes azules y aspirar fuego como metal liquido, es el recuerdo que hasta en pesadillas sentencia el destino. Los más pequeños que fueron cargados en brazos, pocos de ellos, lograron sobrevivir: la gran mayoría quedó atrapado por las llamas, envueltos en cuna de muerte entre el abrazo de sus madres. Sentir arder los bosques con tanta velocidad que al evaporarse el agua de sus ramas y hojas el humo se hizo pegajoso, y donde sus gotas se depositaron, manchas negras quedaron emulando su forma sobre la piel. Todo estaba señalado por una serie de fallas aberrantes en los sistemas de riego, era de suponer que esto tarde o temprano ocurriría, y la falta de reacción de quienes operaban la planta hídrica, denotó un accionar irresponsable y poco precavido.
 Después de la tragedia, y por más de dos semanas, las población de Raptki continuó la marcha hasta que el éxodo se fue desmembrando y para no perder el contacto, poco a poco se fueron parando en grupos. Todos a las vista por una extensión de más de doscientos kilómetros, los raptkianos se detuvieron con el fin de retomar energía. Pero el lugar se hizo absolutamente cálido y el suelo era tan fabulosamente fértil, que se asentaron en más de 340 poblados, que abarcaban la distancia antes dicha, y que reunía, entre todos ellos, más de 270.000 individuos. Así se formó la Federación Raptki en forma de cadena que poco a poco se amuralló y juntó en un enorme cerco a todos, comunicados entre sí por túneles y la misma fortificación que los envolvía. Se dejaron pasajes cada más de veinte kilómetros para permitir el paso de quienes quisieran continuar su camino y se viesen obstaculizados por los enormes muros de más treinta metros de altura.
 Pasaron los años, y las lluvias y sequías siempre estuvieron acordes a un ciclo natural y nunca tan hostil como el que conocieron aquellas criaturas. Las construcciones se volvieron fantásticas ciudades con jardines mágicamente situados a diferentes alturas, y en pendientes y montículos gigantescos, se construyeron estanques y depósitos donde el agua de lluvia fue retenida.
 Pero una mañana de sol escarlata y calor sofocante, en la lejanía del paraje reseco, se vio temblar una figura como un espejismo. Avanzaba y en su paso lento pero erguido, parecía un viajero que más que encontrarse perdido,  portaba un mensaje. Y así fue. Llego a una de las torres de guardia más grande, desde donde se había aglomerado la población que le había visto venir. Estando a pocos metros de la muralla, y con la distancia suficiente para ser bien visto, se detuvo. La sorpresa fue total al comprobarse que se trataba de otro raptkiano.
-¿Dónde está el comandante de la guardia de esta torre? -Preguntó aquel extraño individuo, en lengua absolutamente igual a la hablada por ellos.
-¿Quién eres? -Respondió un oficial de la guardia. La muchedumbre no podía sacarle los ojos de encima, y apenas era posible escuchar las respiraciones agitadas por el asfixiante sopor.
-Vengo de Raptki. -Hubo un silencio que fue respuesta.
-Hace más de un mes que camino buscando encontrar habitantes de mi nación. -Dijo el peregrino. No se notaba ningún síntoma de agotamiento y parecía que el calor no le afectara.
-¿Para qué quieres encontrar gente de ese lugar?
-Ustedes lo son, ¿no es cierto? -Después de ciertas dudas que se reflejaron en veloces miradas entre la muchedumbre, más de una voz contestó afirmativamente.
-¡Já! -Dejó escapar el viajero. -Entonces sepan que todo el tesoro de Raptki ha quedado al descubierto, el fuego consumió y desmoronó paredes, y allí, como simples piedras de un camino primitivo, se encuentra toda la riqueza diseminada. -Levantó una mano y un resplandor dio a entender que lo que contenía era oro.
-¿Tu quién eres? -Volvió a sentirse la voz del comandante de la guardia.
-Alguien que estuvo ausente durante el incendio, fui de los que bajamos hacia los acantilados para buscar un lugar más húmedo donde trasladarnos o de donde sacar agua. Soy del personal de la planta hídrica. Me llamo Olêpte...
-¡Pedazo de idiota! -Se sintió desde la muralla. -¡Inepto, por vuestra culpa todo se ha perdido! -Gritó otra voz desde lo lejos, casi imperceptible. Luego fue arrojada una piedra, y en cuestión de segundos, Olêpte tuvo que alejarse para no ser alcanzado por la lluvia de objetos que intentaban dar con él. El berrinche asemejaba a un infierno de marranos gritando. El viajero intentó en vano explicar de que él no estaba a cargo de la planta, y que. simplemente era parte del personal de exploración. Pero de inmediato la gente se fue disgregando y ganando los pasajes que los llevaba a los caminos que se encontraban en el nivel más bajo. En minutos apenas solo se podía apreciar la silueta negra de la guardia en el filo de los muros. El viajero se acercó lentamente a una puerta. El comandante le tiró las llaves y con lentitud Olêpte se introdujo por una puerta gruesa y angosta de la torre. Una vez arriba, uno de los guardias le dio agua y el explorador permaneció sentado en un pequeño muro. Desde allí, en remolinos de polvo que recorrían las márgenes internas de la fortificación, Olêpte y el cuerpo de guardia vio a la inmensa masa perderse en dirección hacia la destruida y fantasmal ciudad de Raptki. Casi de forma instintiva, de forma casual se agenciaba la muchedumbre recipientes que amontonaba como podía, pero prácticamente sin detenerse. Así fue que vieron partir a la inmensa mayoría de los pobladores de aquellas fortalezas. Y de ellos nada más se supo. Por algún motivo, quedaron unos pocos en medio de la inmensa construcción, pero no permanecieron más de dos días, y abandonaron el lugar partiendo en el sentido opuesto del que había llegado el viajero o explorador. Eran más de diez o quince mil los peregrinos ahora. Distanciados ya varios kilómetros, el comandante de la guardia se giró un instante para contemplar la extensa muralla que como una línea ocre desaparecía detrás del horizonte. Pensó en las distancias y odió el momento que estaba viviendo, como una historia que se repetía oscuramente, y donde no podría haber lugar para todos los pobladores de una ciudad que se creía tan brillante como un astro.

RV 2016


viernes, 9 de diciembre de 2016



Retractos # 29: "Femírides"

Si las coordenadas no fuesen las correctas, si por algún descuido hubiese alteraciones en los trazados, si entonces jugase los dados la fortuna, todo estaría definitivamente acabado. De constatarse el menor descuido, antes de su completa difusión, los errores serían subsanados y las causas comprendidas dentro del accionar básico de cada instancia. Todo estaba contemplado y en el preciso momento del disparo inicial, la inición del declive y posterior nacimiento, se silenció la sala.
 Apenas la vibración del inmenso aparato se transmitía por todo el suelo quilómetros a la redonda, y el calor asfixiante que desde hacía siete años brotaba de los reactores encendidos, fingía espejismos en torno al cinturón desértico que se había formado. Ahora la vibración, temblor por momentos de fuerte frecuencia, eran sacudidas violentas y se precipitaban por tierra objetos, arneses, depósitos y muebles con instrumental y aplicaciones electrónicas que controlaban funciones del inmenso transbordador espacial. Se comenzaron a sentir detonaciones; primero de forma sórdida y espaciada, después, como los pasos de un gigante que se acerca a zancadas, explosiones huecas y ensordecedoras que parecían dañar el esmalte que cubría las toberas de cada turbina. En medio de la horrorosa sensación que más parecía la desintegración de todo, fue posible constatar que el monstruo se elevaba. Fue el mismo Femírides que así lo comprobó por su ventana de observación, la única dispuesta de modo de hacer posible tal acontecimiento, y la única que estaba destinada a un tripulante de aquella inmensa nava abordada por más de 75000 individuos. También constató Femírides que ya hacía un buen rato que estaban en el aire, y que, según sus cálculos al ver a lo lejos en la distancia las vías de acceso a la zona plataforma de lanzamiento, que sería cuando se sintieron los primeros estruendos, livianos aún para lo que en definitiva se transformaron, que ganaban altura lentamente.
 Se estabilizó su posición, si bien no pudo corregirse su inclinación hacia uno de los lados de depósitos, y a medida que se alejaban y esto no tenía remedio, ya se disponía parte del personal para romper los seguros que mantenían el ensamblaje con aquella parte de la nave que ejercía enorme peso. Pasaron segundos, quizás se llegó a algunos minutos, pero asintió con la cabeza Femírides y saltaban las enormes abrazaderas en explosiones retardadas en pares que al unísono liberaban el inmenso módulo de carga; la sombra misma de la nave se proyectaba sobre él, y a medida que se separaba y quedaba atrás, nuevamente la luz lo bañaba, expuesto a las brutales toberas que por un momento lo quemaron con sus terribles lenguas de fuego. La nave se estabilizó.
 Se vio a lo lejos, en la corteza árida del planeta abandonado, una serie de pequeñas chispas, detonaciones que estaban sincronizadas una vez esté el transbordador a aquella cota, y que, cuanto más se alejaba, más parecían encenderse. Se había economizado al máximo cada gasto energético, y si la idea de abandonar el planetoide incluía destruirlo, fue mediante un grueso cable que al estirarse, producto de estar enganchado a la nave, iba accionando las espoletas de cada carga de TNT. Después se desencadenó todo como un juego de dominó que empuja cada pieza a otra, y comenzaron las enormes detonaciones nucleares que envolvieron en gruesas nubes al diminuto cuerpo con forma de papa, después pareció abrirse de uno de sus lados como si por allí se escupiera luz hacia una parte del espacio.
 Quedó atrás y el zumbido del artefacto viajero comenzó a imponerse con la bondadosa comprobación de que todo funcionaba bien, pero con la angustiante idea de que sería un enorme esfuerzo acostumbrarse a convivir con él. Poco a poco cada tripulante se aplicó a su función, y cada pasajero se acomodó en silenciosa prolijidad. Femírides permanecía en su puesto de observación, sin dejar de mirar hacia el punto rojo en que se había transformado el que hasta hacía unas horas fue su lugar de hospedaje, y no cambió su posición hasta pasados tres días, cuando los paneles de control se vieron verdes, y las espesas mamparas que cubrían ventanas y ópticas, se corrieron poco a poco, por sectores y muy despacio, cuidando no recargar el esfuerzo de los motores.
 Pasaron los días y los meses, el rumbo estaba definitivamente trazado, y en una mesa repleta de uvas, Femírides, el observador, los ojos de todos, pausadamente narraba lo visto, Varios compañeros, alrededor de la mesa, escribían y grababan, lo que escuchaban. Aquel brutal suceso había tenido un único espectador, y a medida que las secuelas de la iluminación cegadora le quitaban las últimas amorfas composiciones de colores a sus ojos, se entendía que Femírides ya no vería más nada de lo que los demás pudiesen ver, pero quedaría impresa en su memoria, la imagen que solo a través de palabras podría enseñar para todos quienes nunca la hemos visto.

RV 2016


sábado, 3 de diciembre de 2016



Retractos, capítulo # 28; "Tom Mitchum"

 Cuando Tom testeó el prototipo "CB-55 Artemia loca", y su desintegración a escasos doscientos metros del aeródromo se esparció por varios kilómetros a la redonda, la congoja fue unánime. En medio de la tristeza y desmotivación, por la pérdida de años de investigación y (en un segundo plano),  por la vida del piloto, apareció Tom. Volvió caminando, sin fracturas pero sí bastante quemado. Los árboles le sirvieron de colchón y así amortizó la caída, en medio de un bosque perdido en las colinas más lejanas del complejo de investigación espacial. Del silencio, la sorpresa escalofriante y la solución a la búsqueda de un nuevo piloto, el director del instituto celebró y dio por hecho que Tom probaría al "CB-156 Cocotero ruin".
 En cuestión de tres meses el CB-156 estaba sobre la plataforma de lanzamiento. Era, simplemente, una modificación exhaustiva del CB-55. A las mejoras, arrojadas a la luz del accidente que protagonizara Tom, se le sumaron aquellas que estarían aplicadas sobre el mismo prototipo destruido, pero que en ocasión de solo testear su despegue y aterrizaje, habían sido omitidas. Fue un error dedicar tanto trabajo al CB-156, dar por hecho que estaría de vuelta a la base y que de allí en más, se proyectaría la mejor de sus versiones.
 Cocotero ruin estabilizó su vuelo y ascendió a más de 16000 metros, en trepada vertiginosa y sin vibraciones que alteren su funcionamiento o pronostiquen un posible fallo en su estructura o planta impulsora. En vuelo crucero comenzó a sentirse una brutal desaceleración, constatada desde los instrumentos en la base, por el testimonio en directo de Tom, y por la filmación hecha por los cazas que le escoltaban y registraban cada uno de sus movimientos. Los reactores se detuvieron al unísono y no volvieron a dar señales de vida. Tom permaneció más tiempo del permitido dentro de la cabina, y cuando se eyectó, a muy escasa altura, el paracaídas apenas le permitió salvar su vida después del  brutal impacto en tierra.
 Dos meses y tres días lo tuvieron en tratamientos intensivos, y para cuando se daba como inevitable su deceso, una mejora repentina lo puso nuevamente de pie, en las veredas soleadas de la ciudad que ahora se achicharraba al infernal sol del verano.
 Tom Mitchtum encaró sin titubeos el proyecto "M607 Mamadera hostil". Era la misma célula del CB-156 pero con dos turbosoplantes nuevos, enteramente proyectados de cero y ya probados sobre aviones de línea. La falla eléctrica, que mantuvo apagadas las turbinas del CB-156, y que mantuvo cerrada la cabina cuando la emergencia le ordenaba abrirse (motivo por el cual permaneció dentro de ella en demasía), fue revisadas y solucionada. Ahora la cabina tendría solo apertura manual y de absoluta simpleza.
 Pasado un año el M607 quedaba frente a la interminable pista de despegue. Sintió Tom multiplicarse las fuerza G que le hundía en el asiento, el golpeteo sincronizado y cada vez más rápido de la unión de los paños de cemento de la pista, la soltura perfecta de el vuelo y la tensión del tren erguido y rodante en el aire, sin peso ninguno. Se mantendría así durante el primer vuelo, como era costumbre, y entonces la Mamadera hostil inició la trepada de forma vertiginosa, en ángulo de 45 grados y sin su aceleración máxima, lo que daba enormes perspectivas de sus prestaciones cuando estuviese a plena potencia.
 Pero quedaría para otra instancia posterior a este primer vuelo. El M607 retornaba a la base en medio de una cerrada formación compuesta por tres cazas. Entonces un caza, ubicado metros por encima del prototipo, perdió un tanque de combustible adicional, el que impactó sobre el borde de ataque de uno de los timones de profundidad del M607, y a pesar de que estuviese casi vacío, el golpe fue tan seco que lo partió y el aparato comenzó a zigzaguear de forma salvaje, embistiendo a uno de los cazas a su lado que en una gruesa cortina de humo negro se precipitó al suelo. La suerte del prototipo no fue diferente, y si bien fue posible mantenerlo en vuelo lento y en espiral abierto, su proa comenzó a señalar el piso y en cuestión de segundos se disparaba a tierra como un proyectil.
 Aunque pudo Tom escapar a la llamarada que envolvía la cabina, una vez eyectado su exposición al fuego deterioró el paracaídas que apenas sí pudo sostener el peso del desesperado piloto que cayó sobre el duro pavimento que circundaba a un hangar. Algunos inconvenientes le postraron más tiempo del que se creía en una camilla del hospital, llegando por momentos a pensarse que difícilmente sobreviviese. Pero la Mamadera hostil fue un éxito y durante los casi siete meses de internación y recuperación del piloto de prueba Tom Mitchum, se aprobó el modelo y también se aprobó su producción para una primera entrega 40 ejemplares versión "B5".
 Cuando Tom apareció en la base, ante el asombre total de todo el personal de pista y empleados de diferentes áreas, un aplauso cerrado le hizo avergonzar como pocas veces. El Director del instituto se deshacía en elogios, y en breves pasos, Tom se encontró en la oficina de la máxima autoridad de aquel complejo aeronáutico. El jefe mostró a Tom los resultados de aquel peligroso testeo, informó sobre la fabricación de más de tres versiones y confesó su más profundo anhelo de que sea él mismo, Tom Mitchum, quien testease la futura modificación de la última variante denominada XC-6070 "Macaco soluble", casi completamente proyectada y en fase de montaje. Tom se mantuvo incrédulo y dubitativo. Su jefe lo percibió e intentó cambiar el curso de la conversación: era demasiado pronto para proponerle volver al espacio después de una postración que casi se transforma en perpetua.
 Y entonces el bullicio rodeó la oficina como una tormenta de arena y a través de los vidrios craquelados las sombras empujaban luces y en manchas de colores se acercaron a la puerta. Tres tipos entraron a la sala de improviso, idénticamente vestidos. La grosera interrupción hacía suponer algo grave, y el personal acorralado como ganado asustado, detrás de puerta que parecía el límite que los distanciaba del infierno, confirmó la sospecha.
-Capitán Carlos F. Timerio, Director del Centro de Investigación Espacial. -Dijo uno de los tipos. Más que una pregunta, fue una sentencia.
 El jefe se incorporaba lentamente mientras el asombro le ganaba los ojos.
-Está arrestado por suministrar datos de seguridad nacional a naciones enemigas.
Se fueron los tipos, y con ellos su jefe y su secretario. En cuestión de minutos otras personas idénticamente uniformadas invadieron la sala y removían cada papel y escudriñaban biblioratos y cajones de todos los muebles.   
-¿Y usted quién es? -Le preguntó groseramente uno de los agentes de la investigación.
-Un espía, pedazo de imbécil.
Hubo un instante de perplejidad, pero el par de medallas que Tom lucía en su solapa, dejó en silencio a todos dentro del cuarto.
 Tom caminaba con más lentitud que antes, se notaba que inclinaba los pasos a la izquierda, donde un bastón le acompañaba sincronizadamente. Luego se detuvo bruscamente bajo el soleado techo azul de aquel día. Muchos pensaron que elevaría los ojos al firmamento, buscando en la inmensidad reconocerse en futuras instancias de vuelo, pero no dirigió los ojos más allá del follaje oliva y reseco del horizonte, detrás del alambrado que limitaba las pistas. No necesitaba ir más lejos para revivir el nefasto momento en que, sorpresivamente, un depósito lanzable de combustible de uno de los aparatos de escolta, se estrellaba contra su nave.   

RV 2016
   

viernes, 2 de diciembre de 2016



Retractos # 27: "Krons"

 Las instancias previas a la fuga del emperador y parte de su corte quedó inmersa en la más apocalíptica de las recopilaciones históricas de aquel momento, aunque para todos, o la gran mayoría, se trataba de "una exagerada visión de los hechos con fuertes especulaciones".
 No obstante, hubieron quienes se dedicaron a predicar con los supuestos hechos la guerra y premeditaban cualquier atropello hacia la nueva nación. Cuando el monarca absoluto, Frexarrior tuvo que dimitir con medio imperio en cenizas y la quinta parte de su gente sobreviviendo  entre escombros, el Fusilero Krons le perdonó la vida. Se opusieron muchos a su decisión inconsulta, y fueron muchos los que le admiraban y seguían pero titubearon frente a la posibilidad de dejar  ir al Rey con parte de su clan, o ejecutarlos a todos.
-Quedan aquí los niños y los adolescentes, ustedes, adultos todos, parten ahora con rumbo impreciso. Aunque bien sabemos dónde se ocultarán pues conocemos a las naciones traidoras. Nada les faltará para sobrevivir y llegar a salvo de cuanto pueda ocurrirles en el trayecto, ya que con escolta no cuentan. Aquellos que perezcan en la peregrinación, estarán contemplados entre los muertos en batalla. Nada les faltará, excepto sus futuros descendientes, que de ustedes tendrán cabal información de cada uno de sus horribles crímenes y vergonzosas traiciones a la gente. No conservarán de ustedes siquiera un vago recuerdo, un mohoso espejismo que escudriñarán en sus memorias hasta que el tiempo los limpie, y sus nombres y apellidos, cambiados serán para una convivencia justa y sin temor a venganzas crueles y repentinas.
Así habló Krons, "el Fusilero". El más cercano a las brigadas armadas del emperador, el que supo de todos los motivos por los que aquella gente diferente odiaba a la mayoría, también diferente a ellos.
 Entonces partieron en improvisada expedición, y durante los preparativos de la nave que les alejaría de allí para siempre, tuvieron tiempo de ver arder en la hoguera sus escudos estúpidos y estandartes absurdos. Se borraba todo vestigio imperial, y de algún modo, aquel viaje terminaba por sellar su historia, pues sabido era que el retorno era tan imposible como insólito.
Viajaron y se establecieron aquellos que pudieron en la nación vecina y traidora, pues no fueron ni bien recibidos, ni hospedados con honores. Allí, los más jóvenes de los adultos emprendieron brutal campaña desmereciendo a quienes el poder les había quitado, y se empeñaron por convencer de que una invasión sería la única forma de escapar a un ataque masivo comandado por el Fusilero déspota.
 Pero el tiempo transcurría, y fue justo cuando pasada más de una década, aquella nación traidora olvidó su imprudencia y aguardaba con expectativa la visita de enviados de la gran patria de Krons, que se suscitó un verdadero milagro: envuelta  en una capa amarilla  y de traje blanco, una joven embajadora se presentaba a las autoridades que con entusiasmo la recibían. Entre la espesa muchedumbre, una mujer que odiaba a su propia nación por haber sido su dueña y hoy no poseer más que los recuerdos de sus abusos, la reconoció. De los gritos pasó a la pelea por hacerse paso, y entre el bullicio se destacó su furia hasta llegar a las autoridades que veían congelado el protocolo. La muchacha embajadora hizo un gesto y  exigió a la guardia dejar paso a la mujer enloquecida. Se acercó, estando a escasos metros, sin detener la marcha, enseñó un puñal a la joven al tiempo que decía : -"esperaba acabar con tu vida, embajadora que no me representas, pero el destino quiso que seas mi espejo; ¿acaso no te das cuenta de que soy tu madre?" - de la guardia partió una flecha negra disparada desde una ballesta, y la mujer se desplomó sobre los escalones de cerámica verde. La embajadora encontró en el rostro de la mujer muerta cada detalle del suyo, empalideció y creyó verse a sí misma ensartada y desparramada sobre la escalera. No hubo quien no notara la escalofriante similitud, los rasgos idénticos y proporciones de coordenadas perfectas... El anfitrión le estiró una mano, adelantándose a cualquier reflejo de la muchacha que parecía bajo un fuerte shock, intentó disculparse en un balbuceo confuso y de torpe pronunciación, cuando la chica lo miró, y sin pestañar, puesto que parecía no hacer foco más allá de su propio rostro de muerta, le dijo secamente; "perdón". 

RV 2016