2020 - Retractos II /
Capítulo #07: Mouly Quattro
Desprovisto de las
formidables capacidades de combate de otros androides de su especie, Mouly
estuvo siempre relegado a misiones absolutamente secundarias y de bajo perfil. Incluso
se llegó a decir que su discapacidad física para la guerra en primera fila se
trataba de una cualidad que le había permitido perdurar en el tiempo, y lograr
sobrevivir a operaciones tan riesgosas que para otros, verdaderos guerreros,
fueron su deceso. Sin embargo el "Quattro" con que había sido
apodado, fue el reconocimiento a una cuarta y sorprendente evasiva de muerte de
la que logró escapar hacía ya un par de años. Se sabía de tres en las que se le
dio por muerto, pero la cuarta fue la que le valió el apodo. Luego de esto,
hubo una quinta, pero para ese entonces ya todos lo conocían como Mouly
Quattro, y entonces eran anécdota cada una de sus posteriores y riesgosas
misiones de las que saliese con vida.
Naturalmente no se
trataba de misiones en las que combatía en primera línea de fuego contra las
distintas amenazas que golpeaban a su diminuto planeta, pero al tratarse de
operaciones con gran recelo táctico, las estrategias de acción eran, tarde o
temprano, prácticamente suicidas. Era cierto su pequeño tamaño en comparación a
sus compañeros adultos, pero esto demostró
que su fortaleza radicó donde los demás carecían de ella, y era en su
sorprendente agilidad y destreza, no tanto en su rapidez, pero sí en su tacto y
sangre fría que le hacía inconmovible bajo los peligros más aterradores en cada
misión, sin perder la calma ni su sincronizado programa de acción. En
resistencia podría decirse que Mouly Quattro estaba a la par de los demás...
Fue capaz de
solucionar el desperfecto en un detonador que debía demoler la muralla que
protegía un acceso a la gran ciudad fortificada: Mouly se adentró sobre los
muros varios kilómetros en zona ya ocupada por el enemigo, sin ser visto gracias
a sus movimientos cortos y lentos. Pequeño y ágil, no fue visto por ningún
enemigo, se movió sobre el fino dorso de la muralla, llegó donde se encontraba
la carga explosiva incrustada y bien escondida en la misma edificación, activó
el sistema de detonación calculando su tiempo de escape, y llegó a la base
caminando hasta salir de la muralla cuando esta se derrumbaba bajo sus pies. A
la vista de todos, el monstruoso derrumbe cubrió a las hordas enemigas, y el
polvo de los muros colapsados tardó más de tres días en disiparse. Los pocos
sobrevivientes de aquel ejército inmenso e implacable fueron ultimados por los
arqueros con lluvias de flechas disparadas a gran distancia.
En una segunda
ocasión, Mouly fue capaz de entrar en el campamento de un extraño ejército extra
planetario que se había presentado con dudosos traductores y exigían el control
y dominio del planeta. Mouly tomó las cartas de presentación y los documentos
que abalaban dichos fundamentos y los arrojó a una hoguera que servía para
calentar a los soldados que allí se encontraban apostados: ni se los llevó ni
los modificó, simplemente los destruyó y así además escapó sin el terrible peso
de aquellos voluminosos papeles, mapas y cartas que le hubiesen retrasado tanto
como para casi inmovilizarlo.
La tercera gran Azaña
de Mouly Quattro fue la de conseguir una muestra de arena de los zapatos de un
extraño enviado en aquel planeta que se había ofrecido como sabio y científico
para ponerse a disposición de la comunidad: Mouly demostró que ni era sabio ni
científico, que venía de otro mundo y sus intenciones eran oscuras como el ejercito
que estuvo sobrevolando al pequeño planeta esperando la señal de ataque que nunca
le llegó y así se marcharon desistiendo de la invasión.
La más increíble y
que fuera motivo de su sobrenombre fue la cuarta de sus misiones, de la que se
daba por perdido desde un principio, y de la que Mouly volvió tan tranquilo
como se marchó, para asombro de todos. Se trató de ser transportado en un globo
hasta uno de los tantos puentes de guardia de una inmensa nave que había
llegado a Morrión (nombre de su planeta). Aquel aparato inmenso se mantuvo a
una altura de 600 metros del suelo durante más de cinco meses terrícolas (tres
y medio del planeta Morrión), elaborando sus tácticas de desplazamiento para
millones de tropas que deberían tomar una inmensa área incluyendo la ciudad
fortificada, que caería en cuestión de días... Nunca fueron vistos los
invasores, y sólo se conoció su fisonomía aproximada gracias al testimonio y
observación del mismo Mouly. El planeta Morrión siempre estuvo muy atrasado tecnológicamente
en comparación a todo viajero llegado, invasor, expedicionario o mensajero de
remotas civilizaciones, lo que limitó sus estrategias de defensa a planes elaborados
meticulosamente en base a movidas inteligentes, medidas en el tiempo y a escala
de lo posible, pero siempre capaces de contrarrestar cada agresión externa.
Entonces Mouly llegó
hasta la inmensa nave con una inquietante gran fortuna, ya que era más del 70
por cien las posibilidades de perecer en el precario vuelo. Se internó entre
ductos de ventilación que luego comprobó esparcían un fétido gas que se
diseminaba por todos los sectores de la nave, y que, de algún modo, hacía
posible la vida de aquellos enormes personajes venidos desde un lugar que nunca
se supo. Comprobó Mouly que al cerrar algunas compuertas o aislar un ducto del
otro, inmediatamente la alarma ponía en absoluta crisis a todos los ocupantes
de la nave, y que eran constantes y detallados los controles sobre el normal abastecimiento de "gas vital". Mouly
no lo pensó ni dos veces, y pensó en hacer volar en mil pedazos a toda la nave
con gatillar su encendedor que siempre le acompañaba en cada movimiento y que
en tantas ocasiones le sirvió para sacarle de apuros como para fumar su yerba
predilecta en momentos de meditado proceso de escape ante cuestiones de riesgo
mortal. Nada ocurrió, aquel gas asqueroso no era inflamable, y comprendió que
lo intrincado de los ductos y el inmenso tamaño de la nave, más su compleja
estructura le impedirían llegar a la base de control, que era su plan original.
Meditaba y el tiempo pasaba, y dando la misión por culminada y ya casi fuera
del ducto, a escasos veinte metros de la boca por donde había entrado, se
detuvo a pensar en una última alternativa a la frustrada misión, entonces se
armó y encendió un cigarrillo...
Lo acontecido fue tan poco creíble como absurdo: rápidamente
todos los sensores notaron la mezcla del gas con un extraño humo desconocido y
fuertemente tóxico... hubo una alarma generalizada y muchos guerreros próximos
al ducto cercano a la boca donde se hallaba Mouly perdieron el conocimiento...
Dada la proximidad de la zona afectada con la boca de contacto con el exterior,
se creyó que el humo venenoso provenía de la atmósfera del planeta, y que una
vez entrada y en contacto con su gas vital, se transformaba en un veneno letal.
No se sabía qué habría generado este cambio repentino en la atmósfera, pero
poco importaba, porque se constataba, sector por sector donde el humo entraba y
se mezclaba, que cada individuo que le respiraba caía desvanecido como por arte
de un hechizo terrible. Se optó por
aislar aquellos sectores y módulos, y bloquear los ductos de manera instantánea;
se dio la orden de máxima alerta y se encendieron los gigantescos propulsores
de la nave. Mouly encendió toda la yerba que traía con él, pero por poca que
era, igualmente eran lo suficiente para ser detectadas por los sensores de
alerta y así acrecentar la histeria colectiva y posibilidad de alejamiento de
aquel planeta de condiciones atmosféricas hostiles a la especie invasora.
Mouly no tuvo más
remedio que arrojarse al vacío, dándose por muerto al saberse sin posibilidad
alguna de supervivencia. Pero aconteció que la nave tenía una leve rotación
sobre uno de sus ejes, y donde subió Mouly no era precisamente desde donde
caía, y es así que asombrosamente terminó en un lago helado. Sobrevivió al
terrorífico impacto con el agua, y no habiendo caminado doscientos metros una
vez que recuperó el conocimiento luego de permanecer un tiempo indefinido en la
orilla, se desplomó hasta ser encontrado por tres cazadores cinco días después.
Más muerto que vivo, Mouly fue recibido y agasajado con todos los cuidados
hasta su casi completa recuperación, siendo cubierto de honores por la más
formidable aventura y misión que habitante de Morrión jamás haya protagonizado.
Ya consiente y curado de las numerosas heridas producidas particularmente por
su estrepitoso impacto con el agua del lago, se le informó que la nave invasora
hacía ya dos días de su partida, lo que le dio a entender que los ajustes y
activación de toda la planta impulsora de aquella nave colosal había sido
cuestión de días. Un comandante de mucha edad y atiborrado de condecoraciones,
a la hora de homenajear a Mouly en una ceremonia característica de aquellos
pobladores, dejó escapar: -"y este, nuestro cuarto Moully...", -que
fue motivo de risas y de su sobrenombre con ínfulas de rey, Mouly Quattro.
Sabido es que Mouly y sus compañeros son
androides, no pertenecen a la especie nativa de aquel pequeño planeta, y si
bien son respetados y se integran perfectamente con los demás pobladores, sus
diferencias son evidentes.
Pero hubo quienes propusieron a Mouly como principal
gobernante de la ciudad fortificada, y la idea tomó cada vez más vigor entre la
mayoría de los habitantes sin distinción de especie, y fue cuando Mouly dice
haber sorteado su quinta y peligrosa misión, por más que la misma sea una
anécdota y no modifique su sobrenombre con el que todos lo conocen: negar
rotundamente el cargo ofrecido por sus admiradores.
RV 2021