sábado, 26 de junio de 2021

 

2020 - Retractos II / Capítulo #08: Dimber Dreider

  "¡07002013!", se sintió con claridad en medio del gran salón del sector C de la nave. Observé a Dimber salir por el pasillo lateral con la cabeza gacha y caminando rápidamente. Los murmullos se propagaron como un enjambre de langostas invadiendo toda la sala. Fue esa la última vez que Dimber apareció en público hasta el memorable día del "Desembarco", tres años después de aquel vergonzoso día. Entonces todo fue diferente para cada uno de nosotros...

  Pero el tiempo pasó, y estando confinado en la sala de control de los reactores 23AS y 24AD, fue que sentí venir desde los paneles de contacto con la base de mando aquella música horrible y espantosamente pegadiza. Creí que se trataba de una broma pesada, o en el peor de los casos, de otro de los tantos intentos de la responsable del Consejo Superior de Gobierno, asimilada a nuestro sector, para levantarnos el ánimo tan venido a menos durante los últimos dos o tres años.  Me equivoqué y no. Se trató de que surgieron indicios de que el planeta Karima 203 (al que nos dirigíamos hacía unos años de forma desesperada),  presentaba aspectos mucho más favorables de lo que nunca nadie hubiese imaginado, y en la perspectiva de un desenlace fatal para quienes éramos los sobrevivientes de una vieja civilización, esto era algo superior a todo lo esperado y añorado. La música, si así se le podía llamar, replicaba insistentemente con una voz atroz la frase "¡llegamos al parque soñado, donde tus sueños se hacen realidad!", y de inmediato se ordenó a toda la tripulación reunirse en los grandes salones del Consejo para sentir, de voz propia de la comandante Ádzara, un informe de vuelo, un vuelo de tres años...

- Queridas hermanas y hermanos, es motivo de algarabía de todos el encontrarnos a tan solo veinte días de tocar suelo de K-203...

 Hubo una pausa, y en medio de la misma, observé la cara de aquellos que se encontraban cerca mío, y entre ellos, reconocí a la Consejera que abusaba de sus músicas aberrantes creyendo que fomentaba el optimismo con sus notas bizarras... lloraba, lloraba desmedidamente... Pero Ádzara continuó:

-La sonda Prisma E4 ha enviado información de absoluta fidelidad con datos precisos sobre la atmósfera de K-203... Jamás en la vida hubiésemos creído que nos sería este planeta tan amigable, al punto que los datos asustan de lo tan favorables, pero son datos duros, ¡son datos precisamente duros y cotejados cerca de cinco mil veces! ¡K-203 será el más perfecto y maravilloso hogar que nunca hubiésemos creído merecer!  

 Ni bien dejó de hablar, los gritos de alegría detonaron la sala, era ensordecedor el griterío,  y nos preparábamos para la gran fiesta, cuando Ádzra, insistiendo en varias ocasiones, nos calló para seguir hablando.

-Ahora llegó el momento de festejar y desbordarnos de felicidad, llegó el momento de prepararnos para lo mejor  que el destino nos podría haber reservado, pero antes, debo confesar algo que he debido mantener en secreto hasta hoy, fecha en que las evidencias nos corroboran  el suceso. Me enorgullezco de haber creído siempre que el planeta Lodorfit nunca sería nuestra casa, que no era adecuado ni siquiera compatible con ninguno de nosotros, pero desconocía dónde ir entonces, y fue Dreider quien me dijo que era allí, solo allí y allí entre infinitas posibilidades, que debíamos ir a Karima 203.

 Volvieron los grito, la fiesta estalló y fueron tres días de alegría desenfrenada antes de comenzar con los estrictos preparativos para descender en Karima 203...

 Fue difícil cruzarse con el genio de Dimber Dreider, ocupado en cálculos de trayectoria y afinando detalles para nuestra llegada, lo que hizo siempre durante estos años de ausencia, encerrado en un seguimiento del viaje tan escrupuloso y detallado que no le hizo visible por todo ese tiempo, llegándose a creer que estaba gravemente enfermo.

 Pero después entendimos sus cálculos, comprendimos la órbita que proyectó para llegar cuanto antes a K-203, y se hizo obvio, al menos para la gran mayoría, que aquel "0700213" que había salido en la lotería, y no el 0701213 por el que había apostado Dreimer, fue una estrategia para apartarse de todos, de no hacer creíble al azar y los argumentos infundados, y que ese pseudo exilio vivido sobre la nave hasta la llegada a nuestro nuevo hogar, fue la explicación más concreta y perfecta para darle el mejor rumbo a nuestras vidas.

 

RV 2021

 

domingo, 13 de junio de 2021

 

2020 - Retractos II / Capítulo #07: Mouly Quattro

 

 Desprovisto de las formidables capacidades de combate de otros androides de su especie, Mouly estuvo siempre relegado a misiones absolutamente secundarias y de bajo perfil. Incluso se llegó a decir que su discapacidad física para la guerra en primera fila se trataba de una cualidad que le había permitido perdurar en el tiempo, y lograr sobrevivir a operaciones tan riesgosas que para otros, verdaderos guerreros, fueron su deceso. Sin embargo el "Quattro" con que había sido apodado, fue el reconocimiento a una cuarta y sorprendente evasiva de muerte de la que logró escapar hacía ya un par de años. Se sabía de tres en las que se le dio por muerto, pero la cuarta fue la que le valió el apodo. Luego de esto, hubo una quinta, pero para ese entonces ya todos lo conocían como Mouly Quattro, y entonces eran anécdota cada una de sus posteriores y riesgosas misiones de las que saliese con vida.

 Naturalmente no se trataba de misiones en las que combatía en primera línea de fuego contra las distintas amenazas que golpeaban a su diminuto planeta, pero al tratarse de operaciones con gran recelo táctico, las estrategias de acción eran, tarde o temprano, prácticamente suicidas. Era cierto su pequeño tamaño en comparación a sus compañeros adultos, pero esto  demostró que su fortaleza radicó donde los demás carecían de ella, y era en su sorprendente agilidad y destreza, no tanto en su rapidez, pero sí en su tacto y sangre fría que le hacía inconmovible bajo los peligros más aterradores en cada misión, sin perder la calma ni su sincronizado programa de acción. En resistencia podría decirse que Mouly Quattro estaba a la par de los demás...

 Fue capaz de solucionar el desperfecto en un detonador que debía demoler la muralla que protegía un acceso a la gran ciudad fortificada: Mouly se adentró sobre los muros varios kilómetros en zona ya ocupada por el enemigo, sin ser visto gracias a sus movimientos cortos y lentos. Pequeño y ágil, no fue visto por ningún enemigo, se movió sobre el fino dorso de la muralla, llegó donde se encontraba la carga explosiva incrustada y bien escondida en la misma edificación, activó el sistema de detonación calculando su tiempo de escape, y llegó a la base caminando hasta salir de la muralla cuando esta se derrumbaba bajo sus pies. A la vista de todos, el monstruoso derrumbe cubrió a las hordas enemigas, y el polvo de los muros colapsados tardó más de tres días en disiparse. Los pocos sobrevivientes de aquel ejército inmenso e implacable fueron ultimados por los arqueros con lluvias de flechas disparadas a gran distancia.

 En una segunda ocasión, Mouly fue capaz de entrar en el campamento de un extraño ejército extra planetario que se había presentado con dudosos traductores y exigían el control y dominio del planeta. Mouly tomó las cartas de presentación y los documentos que abalaban dichos fundamentos y los arrojó a una hoguera que servía para calentar a los soldados que allí se encontraban apostados: ni se los llevó ni los modificó, simplemente los destruyó y así además escapó sin el terrible peso de aquellos voluminosos papeles, mapas y cartas que le hubiesen retrasado tanto como para casi inmovilizarlo.

 La tercera gran Azaña de Mouly Quattro fue la de conseguir una muestra de arena de los zapatos de un extraño enviado en aquel planeta que se había ofrecido como sabio y científico para ponerse a disposición de la comunidad: Mouly demostró que ni era sabio ni científico, que venía de otro mundo y sus intenciones eran oscuras como el ejercito que estuvo sobrevolando al pequeño planeta esperando la señal de ataque que nunca le llegó y así se marcharon desistiendo de la invasión.

 La más increíble y que fuera motivo de su sobrenombre fue la cuarta de sus misiones, de la que se daba por perdido desde un principio, y de la que Mouly volvió tan tranquilo como se marchó, para asombro de todos. Se trató de ser transportado en un globo hasta uno de los tantos puentes de guardia de una inmensa nave que había llegado a Morrión (nombre de su planeta). Aquel aparato inmenso se mantuvo a una altura de 600 metros del suelo durante más de cinco meses terrícolas (tres y medio del planeta Morrión), elaborando sus tácticas de desplazamiento para millones de tropas que deberían tomar una inmensa área incluyendo la ciudad fortificada, que caería en cuestión de días... Nunca fueron vistos los invasores, y sólo se conoció su fisonomía aproximada gracias al testimonio y observación del mismo Mouly. El planeta Morrión siempre estuvo muy atrasado tecnológicamente en comparación a todo viajero llegado, invasor, expedicionario o mensajero de remotas civilizaciones, lo que limitó sus estrategias de defensa a planes elaborados meticulosamente en base a movidas inteligentes, medidas en el tiempo y a escala de lo posible, pero siempre capaces de contrarrestar cada agresión externa.

 Entonces Mouly llegó hasta la inmensa nave con una inquietante gran fortuna, ya que era más del 70 por cien las posibilidades de perecer en el precario vuelo. Se internó entre ductos de ventilación que luego comprobó esparcían un fétido gas que se diseminaba por todos los sectores de la nave, y que, de algún modo, hacía posible la vida de aquellos enormes personajes venidos desde un lugar que nunca se supo. Comprobó Mouly que al cerrar algunas compuertas o aislar un ducto del otro, inmediatamente la alarma ponía en absoluta crisis a todos los ocupantes de la nave, y que eran constantes y detallados los controles sobre el normal  abastecimiento de "gas vital". Mouly no lo pensó ni dos veces, y pensó en hacer volar en mil pedazos a toda la nave con gatillar su encendedor que siempre le acompañaba en cada movimiento y que en tantas ocasiones le sirvió para sacarle de apuros como para fumar su yerba predilecta en momentos de meditado proceso de escape ante cuestiones de riesgo mortal. Nada ocurrió, aquel gas asqueroso no era inflamable, y comprendió que lo intrincado de los ductos y el inmenso tamaño de la nave, más su compleja estructura le impedirían llegar a la base de control, que era su plan original. Meditaba y el tiempo pasaba, y dando la misión por culminada y ya casi fuera del ducto, a escasos veinte metros de la boca por donde había entrado, se detuvo a pensar en una última alternativa a la frustrada misión, entonces se armó y encendió un cigarrillo...

Lo acontecido fue tan poco creíble como absurdo: rápidamente todos los sensores notaron la mezcla del gas con un extraño humo desconocido y fuertemente tóxico... hubo una alarma generalizada y muchos guerreros próximos al ducto cercano a la boca donde se hallaba Mouly perdieron el conocimiento... Dada la proximidad de la zona afectada con la boca de contacto con el exterior, se creyó que el humo venenoso provenía de la atmósfera del planeta, y que una vez entrada y en contacto con su gas vital, se transformaba en un veneno letal. No se sabía qué habría generado este cambio repentino en la atmósfera, pero poco importaba, porque se constataba, sector por sector donde el humo entraba y se mezclaba, que cada individuo que le respiraba caía desvanecido como por arte de un hechizo terrible.  Se optó por aislar aquellos sectores y módulos, y bloquear los ductos de manera instantánea; se dio la orden de máxima alerta y se encendieron los gigantescos propulsores de la nave. Mouly encendió toda la yerba que traía con él, pero por poca que era, igualmente eran lo suficiente para ser detectadas por los sensores de alerta y así acrecentar la histeria colectiva y posibilidad de alejamiento de aquel planeta de condiciones atmosféricas hostiles a la especie invasora.

 Mouly no tuvo más remedio que arrojarse al vacío, dándose por muerto al saberse sin posibilidad alguna de supervivencia. Pero aconteció que la nave tenía una leve rotación sobre uno de sus ejes, y donde subió Mouly no era precisamente desde donde caía, y es así que asombrosamente terminó en un lago helado. Sobrevivió al terrorífico impacto con el agua, y no habiendo caminado doscientos metros una vez que recuperó el conocimiento luego de permanecer un tiempo indefinido en la orilla, se desplomó hasta ser encontrado por tres cazadores cinco días después. Más muerto que vivo, Mouly fue recibido y agasajado con todos los cuidados hasta su casi completa recuperación, siendo cubierto de honores por la más formidable aventura y misión que habitante de Morrión jamás haya protagonizado. Ya consiente y curado de las numerosas heridas producidas particularmente por su estrepitoso impacto con el agua del lago, se le informó que la nave invasora hacía ya dos días de su partida, lo que le dio a entender que los ajustes y activación de toda la planta impulsora de aquella nave colosal había sido cuestión de días. Un comandante de mucha edad y atiborrado de condecoraciones, a la hora de homenajear a Mouly en una ceremonia característica de aquellos pobladores, dejó escapar: -"y este, nuestro cuarto Moully...", -que fue motivo de risas y de su sobrenombre con ínfulas de rey, Mouly Quattro.

  Sabido es que Mouly y sus compañeros son androides, no pertenecen a la especie nativa de aquel pequeño planeta, y si bien son respetados y se integran perfectamente con los demás pobladores, sus diferencias son evidentes.

Pero hubo quienes propusieron a Mouly como principal gobernante de la ciudad fortificada, y la idea tomó cada vez más vigor entre la mayoría de los habitantes sin distinción de especie, y fue cuando Mouly dice haber sorteado su quinta y peligrosa misión, por más que la misma sea una anécdota y no modifique su sobrenombre con el que todos lo conocen: negar rotundamente el cargo ofrecido por sus admiradores.

 

RV 2021

 


 

sábado, 5 de junio de 2021

2020 - Retractos II / Capítulo #06: Rahmnhii Saráth.

 Pese a su adicción a los números, Rahmnhii poseía el fuerte encanto de la percepción más simple, pero no por eso menos fantástica. Había pasado desde su niñez hasta sus ya holgados 66 años haciendo cálculos en base a la disponibilidad en stock de un producto, los aranceles de importación de otro, las promociones de ofertas que le permitan impulsar negocios a futuro, intercambios con monedas extranjeras, depósitos a plazo fijo e intereses varios para su empresa, o mejor dicho, la empresa para la que trabajaba: Importa Cops S.A.

 Ya al borde de su jubilación, prácticamente trabajando de manera automática y con asombrosa soltura (capacidad dada por años de experiencia), se presentó un negocio para la empresa el cual sería verdaderamente el segundo más importante desde su inauguración, cuando en 1923 se importaron con exclusividad absoluta enormes cantidades de tractores y maquinaria agrícola en un país que lejos estaba de ser un productor en ese campo, pero dadas determinadas situaciones geopolíticas que fueron en desmedro de otras naciones, se vio este país frente a una posibilidad única en esta materia productiva, y para la cual, con gran visión a futuro, el fundador de aquella empresa apostó casi todo su capital en estos aparatos.

 Ahora el tema era bastante diferente, pero al tratarse de un riesgo tan grande de inversión, podría llevar a lo máximo las ganancias de la empresa, como hundirla en la ruina más estrepitosa. Rahmnhii fue enviado a evaluar la compra e importación de una enorme cantidad de "núcleos operativos": centralitas robóticas que empleaban enormes cantidades de drones y otros robots autónomos para desarrollar labores de toda índole. Entonces allí fue enviado Rahmnhii y su infalible olfato para los negocios, ya que no se necesitaba de más de dos o tres técnicos para cotejar las prestaciones de cada núcleo en la práctica y en función de sus especificaciones.

 Fue sorprendente con la importancia que se recibió su visita, y con el respeto y admiración que incluso el director de la firma productora de estas obras de ingeniería excepcionales le esperaba... Los medios de prensa más destacados cubrieron el acontecimiento, muy brevemente, pero como noticia destacada de aquel día.

 Los técnicos, enviados por Cops S:A. que habían viajado por quinta vez ese año hasta la instalación de ensamblaje de las unidades robóticas, conocían a la perfección cada detalle de  cada núcleo, y las pruebas y exigencias a las que habían sido sometidas habían tenido resultados formidables, por no decir formidablemente increíbles. Pues sí, estaban preparados para hacer frente a una pandemia en un gigantesco centro sanitario; desarrollos viales de tamaños monstruosos; la seguridad y control fronterizo y de defensa de aquel estado disponiendo de una compleja red de misiles interceptores; planificar la merienda de millones de niños en sus escuelas de tiempo completo; agrupar logísticamente miles de conteiner en un puerto en cuestión de tres horas... Una verdadera maravilla de la que poco podría hacer un millón de individuos excelentemente entrenados en comparación.

 Rahmnhii nunca ocultó su asombro, y a cada demostración resuelta positivamente con un ingenio incuestionable, el viejo Rahmnhii acompañaba afirmativamente con la cabeza, en elocuente señal de admiración y sorpresa. Su visto bueno estaba ya casi dado, y como todo protocolo entre aquellas empresas y países, se firmaría el acuerdo en cuestión de dos semanas. Rahmnhii fue despedido con todos los respetos y partió en un vuelo hacia su país, en constante comunicación de sus enviados y directivos de la empresa, los cuales se deshacían en elogios y hacían enormes pausas a lo que creían que podría decir o acotar el genio de Rahmnhii. Pero sucedió lo inesperado, y cuando Rahmnhii pidió por favor a la azafata un poco más de azúcar en su café, comprendió que su decisión no era en absoluto buena, y que si bien podía ser un verdadero negocio en particular para su empresa, no lo sería para nadie más; era una movida formidable y avanzada, pero no para que él la implementara en ese momento, sería para que un sustituto suyo, una vez jubilado, retomo nuevamente las negociaciones dentro de unos años.

 Sí, fue cuando la azafata sirvió una nueva cucharadita de azúcar en su café, y con absoluta gracia revolvió el líquido negro, y luego retiró la pieza metálica haciéndola chocar y sonar con la porcelana, para después salpicar con pequeñas gotitas de café sobre el pocillo y el mantel, que Rahmnhii lo comprendió todo. Y entendió que aquel momento no existiría más, que su hijo no podría dar clases en la Universidad, que su hija ya no podría atender al público en aquella confitería, que sus sobrinos difícilmente continuasen estudiando, que les faltaría la posibilidad y el espacio para desarrollarse, que no se encontraría más con su amigo y vecino en la panadería porque ahora habría un dispensador para el pan (perfectamente calibrado y con cada pieza de bizcocho idéntica a la otra), que ya nada sería como antes...  

 Notó que no se había quitado el sombrero dentro del avión y le pareció ridículo, pero así y todo, formidable, correcto y original. Vio la pantalla del teléfono encenderse y claramente la palabra Directorio en ella. Tomó el aparato y antes de sentir palabra alguna, dijo con voz calma y serena como la que un druida podría haber tenido:

-Cancelen la compra e importación. No están las condiciones dadas para este negocio. Se trata de un riesgo de proporciones gigantescas.

 Del otro lado hubo una pausa demasiado larga. Luego se sintió la voz de su interlocutor decir: -Perfecto, comunico ya al grupo y directiva para dejar sin efecto las transacciones. - Luego de la pausa, se sintió nuevamente la misma voz: -Gracias, Señor Saráth.

 Era evidente, todos temían que aquello desembocara en lo que percibió el viejo Rahmnhii, pero nadie se atrevía a decirlo. Ahora el vuelo era absolutamente relajante y lo tomó el viejo como unas vacaciones a no se sabe dónde, pero sintió la energía y anciedad de tomar otro café. Entonces se giró y encontró a la azafata que ordenaba delicadamente los platillos en un estante, a medida que los secaba con un trapo. Ella le sonrió con la sonrisa más agradable del mundo. Él hizo lo que pudo y también le sonrió con sinceridad, y bastó que alzase tímidamente su dedo para que la mujer entendiese, de que aquel viejo simpático que viajaba con el gorro puesto, quería otro café asquerosamente cargado de azúcar.

 

RV 2021