domingo, 13 de junio de 2021

 

2020 - Retractos II / Capítulo #07: Mouly Quattro

 

 Desprovisto de las formidables capacidades de combate de otros androides de su especie, Mouly estuvo siempre relegado a misiones absolutamente secundarias y de bajo perfil. Incluso se llegó a decir que su discapacidad física para la guerra en primera fila se trataba de una cualidad que le había permitido perdurar en el tiempo, y lograr sobrevivir a operaciones tan riesgosas que para otros, verdaderos guerreros, fueron su deceso. Sin embargo el "Quattro" con que había sido apodado, fue el reconocimiento a una cuarta y sorprendente evasiva de muerte de la que logró escapar hacía ya un par de años. Se sabía de tres en las que se le dio por muerto, pero la cuarta fue la que le valió el apodo. Luego de esto, hubo una quinta, pero para ese entonces ya todos lo conocían como Mouly Quattro, y entonces eran anécdota cada una de sus posteriores y riesgosas misiones de las que saliese con vida.

 Naturalmente no se trataba de misiones en las que combatía en primera línea de fuego contra las distintas amenazas que golpeaban a su diminuto planeta, pero al tratarse de operaciones con gran recelo táctico, las estrategias de acción eran, tarde o temprano, prácticamente suicidas. Era cierto su pequeño tamaño en comparación a sus compañeros adultos, pero esto  demostró que su fortaleza radicó donde los demás carecían de ella, y era en su sorprendente agilidad y destreza, no tanto en su rapidez, pero sí en su tacto y sangre fría que le hacía inconmovible bajo los peligros más aterradores en cada misión, sin perder la calma ni su sincronizado programa de acción. En resistencia podría decirse que Mouly Quattro estaba a la par de los demás...

 Fue capaz de solucionar el desperfecto en un detonador que debía demoler la muralla que protegía un acceso a la gran ciudad fortificada: Mouly se adentró sobre los muros varios kilómetros en zona ya ocupada por el enemigo, sin ser visto gracias a sus movimientos cortos y lentos. Pequeño y ágil, no fue visto por ningún enemigo, se movió sobre el fino dorso de la muralla, llegó donde se encontraba la carga explosiva incrustada y bien escondida en la misma edificación, activó el sistema de detonación calculando su tiempo de escape, y llegó a la base caminando hasta salir de la muralla cuando esta se derrumbaba bajo sus pies. A la vista de todos, el monstruoso derrumbe cubrió a las hordas enemigas, y el polvo de los muros colapsados tardó más de tres días en disiparse. Los pocos sobrevivientes de aquel ejército inmenso e implacable fueron ultimados por los arqueros con lluvias de flechas disparadas a gran distancia.

 En una segunda ocasión, Mouly fue capaz de entrar en el campamento de un extraño ejército extra planetario que se había presentado con dudosos traductores y exigían el control y dominio del planeta. Mouly tomó las cartas de presentación y los documentos que abalaban dichos fundamentos y los arrojó a una hoguera que servía para calentar a los soldados que allí se encontraban apostados: ni se los llevó ni los modificó, simplemente los destruyó y así además escapó sin el terrible peso de aquellos voluminosos papeles, mapas y cartas que le hubiesen retrasado tanto como para casi inmovilizarlo.

 La tercera gran Azaña de Mouly Quattro fue la de conseguir una muestra de arena de los zapatos de un extraño enviado en aquel planeta que se había ofrecido como sabio y científico para ponerse a disposición de la comunidad: Mouly demostró que ni era sabio ni científico, que venía de otro mundo y sus intenciones eran oscuras como el ejercito que estuvo sobrevolando al pequeño planeta esperando la señal de ataque que nunca le llegó y así se marcharon desistiendo de la invasión.

 La más increíble y que fuera motivo de su sobrenombre fue la cuarta de sus misiones, de la que se daba por perdido desde un principio, y de la que Mouly volvió tan tranquilo como se marchó, para asombro de todos. Se trató de ser transportado en un globo hasta uno de los tantos puentes de guardia de una inmensa nave que había llegado a Morrión (nombre de su planeta). Aquel aparato inmenso se mantuvo a una altura de 600 metros del suelo durante más de cinco meses terrícolas (tres y medio del planeta Morrión), elaborando sus tácticas de desplazamiento para millones de tropas que deberían tomar una inmensa área incluyendo la ciudad fortificada, que caería en cuestión de días... Nunca fueron vistos los invasores, y sólo se conoció su fisonomía aproximada gracias al testimonio y observación del mismo Mouly. El planeta Morrión siempre estuvo muy atrasado tecnológicamente en comparación a todo viajero llegado, invasor, expedicionario o mensajero de remotas civilizaciones, lo que limitó sus estrategias de defensa a planes elaborados meticulosamente en base a movidas inteligentes, medidas en el tiempo y a escala de lo posible, pero siempre capaces de contrarrestar cada agresión externa.

 Entonces Mouly llegó hasta la inmensa nave con una inquietante gran fortuna, ya que era más del 70 por cien las posibilidades de perecer en el precario vuelo. Se internó entre ductos de ventilación que luego comprobó esparcían un fétido gas que se diseminaba por todos los sectores de la nave, y que, de algún modo, hacía posible la vida de aquellos enormes personajes venidos desde un lugar que nunca se supo. Comprobó Mouly que al cerrar algunas compuertas o aislar un ducto del otro, inmediatamente la alarma ponía en absoluta crisis a todos los ocupantes de la nave, y que eran constantes y detallados los controles sobre el normal  abastecimiento de "gas vital". Mouly no lo pensó ni dos veces, y pensó en hacer volar en mil pedazos a toda la nave con gatillar su encendedor que siempre le acompañaba en cada movimiento y que en tantas ocasiones le sirvió para sacarle de apuros como para fumar su yerba predilecta en momentos de meditado proceso de escape ante cuestiones de riesgo mortal. Nada ocurrió, aquel gas asqueroso no era inflamable, y comprendió que lo intrincado de los ductos y el inmenso tamaño de la nave, más su compleja estructura le impedirían llegar a la base de control, que era su plan original. Meditaba y el tiempo pasaba, y dando la misión por culminada y ya casi fuera del ducto, a escasos veinte metros de la boca por donde había entrado, se detuvo a pensar en una última alternativa a la frustrada misión, entonces se armó y encendió un cigarrillo...

Lo acontecido fue tan poco creíble como absurdo: rápidamente todos los sensores notaron la mezcla del gas con un extraño humo desconocido y fuertemente tóxico... hubo una alarma generalizada y muchos guerreros próximos al ducto cercano a la boca donde se hallaba Mouly perdieron el conocimiento... Dada la proximidad de la zona afectada con la boca de contacto con el exterior, se creyó que el humo venenoso provenía de la atmósfera del planeta, y que una vez entrada y en contacto con su gas vital, se transformaba en un veneno letal. No se sabía qué habría generado este cambio repentino en la atmósfera, pero poco importaba, porque se constataba, sector por sector donde el humo entraba y se mezclaba, que cada individuo que le respiraba caía desvanecido como por arte de un hechizo terrible.  Se optó por aislar aquellos sectores y módulos, y bloquear los ductos de manera instantánea; se dio la orden de máxima alerta y se encendieron los gigantescos propulsores de la nave. Mouly encendió toda la yerba que traía con él, pero por poca que era, igualmente eran lo suficiente para ser detectadas por los sensores de alerta y así acrecentar la histeria colectiva y posibilidad de alejamiento de aquel planeta de condiciones atmosféricas hostiles a la especie invasora.

 Mouly no tuvo más remedio que arrojarse al vacío, dándose por muerto al saberse sin posibilidad alguna de supervivencia. Pero aconteció que la nave tenía una leve rotación sobre uno de sus ejes, y donde subió Mouly no era precisamente desde donde caía, y es así que asombrosamente terminó en un lago helado. Sobrevivió al terrorífico impacto con el agua, y no habiendo caminado doscientos metros una vez que recuperó el conocimiento luego de permanecer un tiempo indefinido en la orilla, se desplomó hasta ser encontrado por tres cazadores cinco días después. Más muerto que vivo, Mouly fue recibido y agasajado con todos los cuidados hasta su casi completa recuperación, siendo cubierto de honores por la más formidable aventura y misión que habitante de Morrión jamás haya protagonizado. Ya consiente y curado de las numerosas heridas producidas particularmente por su estrepitoso impacto con el agua del lago, se le informó que la nave invasora hacía ya dos días de su partida, lo que le dio a entender que los ajustes y activación de toda la planta impulsora de aquella nave colosal había sido cuestión de días. Un comandante de mucha edad y atiborrado de condecoraciones, a la hora de homenajear a Mouly en una ceremonia característica de aquellos pobladores, dejó escapar: -"y este, nuestro cuarto Moully...", -que fue motivo de risas y de su sobrenombre con ínfulas de rey, Mouly Quattro.

  Sabido es que Mouly y sus compañeros son androides, no pertenecen a la especie nativa de aquel pequeño planeta, y si bien son respetados y se integran perfectamente con los demás pobladores, sus diferencias son evidentes.

Pero hubo quienes propusieron a Mouly como principal gobernante de la ciudad fortificada, y la idea tomó cada vez más vigor entre la mayoría de los habitantes sin distinción de especie, y fue cuando Mouly dice haber sorteado su quinta y peligrosa misión, por más que la misma sea una anécdota y no modifique su sobrenombre con el que todos lo conocen: negar rotundamente el cargo ofrecido por sus admiradores.

 

RV 2021

 


 

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