jueves, 22 de julio de 2021

 

2020 - Retractos II / Capítulo #09: Arquitecto Rûdkke

 De la forma que Rûdkke tiró aquellas líneas sobre el papel, parecería que el puente sería obra de una deidad que prescindiese de la gente y su formidable capacidad de organización, astucia y dedicación. No hubo objeciones en el momento, pero a medida que transcurría el tiempo y el Arquitecto apenas planteaba una discreta serie de pilares diseminados de forma sumamente espaciada, entonces sí, los comentarios se hicieron un formidable bullicio y a pocos minutos de terminar su exposición, Rûdkke se vio insultado de manera descarada.

 Es que eran más Ingenieros que Arquitectos, y aún más funcionarios ministeriales que apenas sí  podían deshacerse de su burocracia torpe y desmedida en un momento tan crucial como aquel.

 La construcción del puente implicaba un esfuerzo titánico con recursos enanos, su necesidad era vital y el tiempo más que discreto. La Gran Represa de Gobelín estaba prácticamente colapsada, y los arreglos y construcciones aledañas que ayudaban a contener el agua, se habían transformado en una amenaza potencial incalculable, porque con el próximo derrumbe los escombros se volverían, junto a los mismos muros de contención, en una inmensa e imparable avalancha de material que multiplicaría la fuerza del agua al desbordarse y derramar sus millones de litros de manera descontrolada.

 No solo se habían prohibido los ajustes y arreglos cerca de la represa, sino que se habían despoblado las zonas a treinta kilómetros de su gran boca ya que, de derrumbarse, esas zonas serían alagadas en cuestión de minutos, y con la potencia de un tsunami.

 Pero ahora se trataba de elegir entre siete proyectos sumamente complejos, en un tiempo inmediato y con materiales que aún se estaba terminando de reunir. Y fue el Proyecto 02 el seleccionado, responsabilidad de un grupo de trece ingenieros. En segundo lugar quedó el Proyecto 03, también representado por dos excelsos ingenieros; en tercer lugar el Proyecto 05, del Arquitecto Rûdkke... los demás proyectos fueron descartados por ser inviables, tanto por sus estructuras complejas, como por su tiempo de construcción.

 El Proyecto 02 se abandonó cuando en la mitad del tiempo de producción se había llegado a un escalofriante 20% de su estructura, con perspectivas nefastas ya que, gran parte de la misma estructura debía ser remodelada y para esto necesariamente se debía demoler un sector de tres kilómetros.

 El Proyecto 03 se comenzó a ejecutar con la mitad de esta estructura demolida, pero se trataba de cimientos  inadecuados a las medidas del nuevo proyecto, y sus adaptación fue tan complicada, que en medio de sus modificaciones salieron a la luz fuertes fallas estructurales que sentenciaban al puente al colapso inminente en menos de una década de su finalización.

Se optó entonces, de mala gana pero al borde de la desesperación, por el Proyecto 05.

 Para ese entonces nadie de los ya conocidos constructores se encontraba  en la sala de proyecciones, por lo que Rûdkke pudo avanzar de forma sustancial afinando detalles y cotejando datos que eviten futuras modificaciones. En dos días ya tenía un plan de obra capaz de poner en funcionamiento a centenares de operarios en diferentes áreas: se trataba de una construcción innovadora, con módulos ensamblados y reforzados por cada pie que les sostenía, las curvas y desviaciones estaban absolutamente libres de imprecisiones, ya que la base que unía dos tramos era circular. Probablemente sería bastante mejorable su diseño, pero más allá de lo antiestético de los módulos rectos de forma segmentada, era posible montarlos con asombrosa velocidad, poca fatiga y a tramos tan largos que la colocación diaria de tres segmentos equivalían adelantar la construcción en cuatro o cinco días.

 Un informe meteorológico reveló que en cuestión de dos días se descolgaría una fuerte lluvia acompañada de vientos recios, y que la misma podría durar más de un día entero. Las probabilidades eran de un 70%, por lo que se decidió redoblar los esfuerzos y alcanzar los cinco tramos diarios. Esto no fue posible, apenas se logró cuatro con un esfuerzo demoledor y con continuos ajustes debido a imperfecciones o pasos erróneos en el proceso de ensamblaje.

Al quinto día de trabajo, cerca del medio día, se oscureció el cielo y una tormenta con nubes negras y tan pesadas que parecían al alcance de la mano,  descolgó el agua sórdidamente. Se llevaban  quince tramos colocados, y cuando comenzó a llover, se estaba terminando de apuntalar el dieciséis. Al principio la lluvia fue bastante discreta para lo esperado, pero cuando empezaron los vientos, los truenos se compactaron en la tormenta y una granizada descomunal obligó a guarecerse no sin poder evitar heridos y algunos muertos...

 De forma inesperada la tormenta se alejó dejando un manto de hielo blanco que brillaba a la luz del sol radiante y apenas caía agua por momentos, de forma desprolija y aislada. La tormenta se escapó en paralelo a los valles que a lo lejos se adivinaban sacudidos por los vientos y el agua, con barridas de vegetación en el sentido del aguazo, marcando con el anverso y reverso de las hojas verdaderas pinceladas en diferentes tonos de verde.

 Los muros de contención de la Gran Represa estaban asombrosamente negros por el agua que parecía que les atravesara,  y desde el tramo que se estaba colocando se apreciaban nubes de polvo que desde los diques se levantaban como evidente señal del colapso de algunos muros.

 El tramo fue terminado, y de inmediato una nueva escuadrilla tomó el lugar de la otra... se trabajaba a máxima sincronización cuando pequeños pero veloces riachuelos comenzaban a barrer plantas bajas y mover el granizo, llegando desde la represa, transformando la superficie acristalada en un barro compactado por ramas y hojas venidas quién sabe dónde.

 Durante aquel día hasta la noche fue habitual ver nublarse el cielo y caer lloviznas , siempre con el murmullo de las aguas que corrían como serpientes asustadas y que un enorme grupo de pobladores  alcanzaba a canalizar por senderos cavados de forma improvisada.

 Llegada la noche, y con sorprendentes diecinueve tramos instalados de un total de veintiocho, casi que telepáticamente se llegó al consenso de continuar con antorchas las obras hasta alcanzar la otra cabeza del puente, desde donde se amontonaban piedras para ganar aunque sea unos pocos metros y hacer más corta la construcción.

 Pasaban las horas, y al frío se le sumaron chaparrones espontáneos acompañados de tormentas eléctricas, pero nadie se quejaba, y como hormigas se transportaban materiales, se ponían cimientos y  se preparaba anticipadamente cada sector para evitar quitarle dinámica al proceso.

 Amanecía y en medio de la locura, donde había gente exhausta de la que no se atrevía nadie a verificar si aún continuaba con vida, en medio de charcos que se unían y por momento formaban inmensas lagunas que reflejaban el cielo rosado del amanecer, se sintió un brutal crujido detonado por golpes que hacían temblar el suelo.

 Se dio la orden de subir al puente, todos y cada uno, y llevar a cuanto vecino se vea imposibilitado de trepar, luego se constatarían los decesos. Enormes cestas de madera y lianas hacían posible esta operación con agilidad y a una velocidad formidable... los diques de contención de la Gran Represa de Gobelín habían cedido.

    Se vio al a espuma del agua mezclarse con los montes a los que atropellaba y arrastraba como decorados de papel, y los charcos que apenas superaban los veinte centímetros volverse ya aguas de más de un metro de profundidad, tapando herramientas y materiales.

 La envestida del agua fue tan potente que estuvo a menos de dos metros de tapar el puente, pero los accidentes del terreno formaban olas gigantescas que por momentos pasaban por encima y barrían con parte de los pobladores. La marea pasó destruyendo todo, chocó con la ladera donde se encontraba la otra cabeza del puente, y volvió para terminar formando un enorme embalse. Después la calma, las aguas turbias en remolinos sin saber por dónde escapar, todo tipo de objetos flotando, pero bajo un sol radiante y con el cielo casi totalmente despejado...

 Así se mantuvieron aquellos pobladores sobre el puente unos, sobre la colina opuesta los otros, pero era inminente conectar un extremo del poblado con los valles que eran el camino con el mundo entero, o al menos lejanas comarcas y pequeños puertos.

 Nadie tuvo interés por ver el dique colapsado, se pusieron de inmediato a terminar la colocación de los tramos restantes, a un ritmo más lento. Hubo gente del pueblo que trajo alimentos, se trasladaron a los heridos y muertos, y un grupo de mujeres comenzó una exhaustiva búsqueda de desaparecidos. Así pasaron los cuatro días que se tardó en completar el puente, sin lluvias ni tormentas.

 Entre los cuerpos rescatados se encontró el de Rûdkke, junto a una decena más que fueron arrastrados y dejados contra las empalizadas que protegían los corrales de aves. Hubo un enorme desconcierto, no se manejaba un desenlace  como aquel, y la consternación invadió a gran parte de los pobladores de aquella sufrida comarca.

 Antes de colocar el último tramo y prepararse el pueblo entero para la celebración y festejos de aquella empresa hazañosa, un veterano comentó para un grupo de vecinos lo que luego se repartió entre todos. Este era un funcionario del gobierno, y había sido evacuado gravemente herido cuando la granizada lo tumbó y tapó con piedras grandes como un puño. Él dijo que, para ese entonces, venía de ver al Arquitecto Rûdkke que hacía los preparativos para el comienzo de descarga de piedras desde la cabeza del puente donde la comarca, lo vio sentarse y quedar inmóvil. Él salía en sentido opuesto, hacia donde se construía el puente, pero un grito estridente le llamó la atención. Corrió hacia el lugar  de donde provenía de forma constante y aterradora el alarido, donde yacía Rûdkke, y vio como la muchedumbre lo rodeaba, algunos se arrodillaban...

-Él estaba muerto, cuando vino la ola inmensa desde la represa, él ya estaba muerto... -Dijo a todos, y para sorpresa de quienes lo creían víctima del tsunami. Luego la fuerza del agua barrió con todo y se llevó a l Arquitecto y algunos más que se encontraban allí abajo, pues era donde se pensaban concentrar enormes piedras que sirviesen de prolongación del puente.

 El festejo fue bastante cauto y breve, el cansancio hacía difícil sonreír, pero en medio de la concentración y antes que el gobernador hablase, un funcionario que hizo de moderador hizo un comentario que disparó las carcajadas, y de algún modo, revitalizó a la muchedumbre.

-Hoy nos conformamos con escapar a las aguas que nos amenazaban con destruir el poblado, aguas que nosotros mismos contuvimos entre muros. Hoy nos jactamos de construir la solución a una construcción que terminó siendo el problema... pero sobre todas las cosas, de tener entre los vecinos a gente tan audaz como nuestro querido Arquitecto Rûdkke... ¡fuerte un aplauso!

 A esto la gente, a pesar de lo confusa de su oratoria, incrédula aplaudió con cierto hermetismo, mientras el funcionario miraba en rededor tratando de ubicar desde dónde llegaría el homenajeado... Mientras sus aplausos frenéticos causaban ya risa entre quienes asistieron a la ceremonia, un tipo gordo se le acercó y le comento al oído lo que él ignoraba: Rûdkke a muerto. Hubo un silencio tal que se sentían los caudales de agua que aún corrían entre grietas y escombros del paisaje. A lo que luego añadió:

-¡Y que al cielo ha llegado sin necesidad de puente alguno... este es un regalo para todos nosotros! -Evidentemente emocionado, se retiró abrazado por el regordete que le había agiornado sobre el Arquitecto, y escondiendo la cara entre las manos, sollozaba  aparatosamente. La gente aplaudía y reía.

 El gobernador habló brevemente y antes de invitar a los vecinos a festejar y honrar a quienes dieron la vida por aquel extravagante puente,  con claridad y pausadamente, exaltó la necesidad de descansar para de inmediato comenzar con la limpieza de los terrenos, pero por sobre todo, con la desmantelación  completa de la represa semiderruida que no dejaba de ser un peligro potencial.

 Y así pasaron las estaciones y los años, siempre con el orgullo de saberse salvados por la colosal empresa que fue construir aquel puente en un tiempo record. Pero si bien los terrenos se limpiaron y la flora resurgió con fantástica exuberancia, la represa colapsada apenas fue desmantelada en sus zonas más propensas al derrumbe, pero poco a poco las labores mermaron, y las enredaderas y diversas plantas la invadieron y cubrieron en grandes sectores de su superficie...

 Pasaron más de treinta años de aquella proeza, y nada más allí fue tocado. Desde el poblado y sobre todo desde el mismo puente, se aprecia una enorme parte de la estructura de la antigua construcción, y a pesar de estar forrada de vegetación, se entiende que sus formas geométricas tan evidentes al recortarse contra el cielo no son creación de la naturaleza.

 Seguro más de uno a pensado con la velocidad que se construyó el puente, y al ritmo que se abandonaron los trabajos en la demolición de la  Gran Represa de Gobelín, pero no cabía duda alguna que, por uno u otro motivo, la expresión del agua escapaba a las capacidades de manipulación de la gente.

 

RV 2021