miércoles, 18 de diciembre de 2019


2019 - MonstruariO: capítulo #05 / "Quedan siniestros semblantes"

Quedan siniestros semblantes,
encajados en fríos espejos,
la luz lustra el cuadrante,
y escapan del follaje en reflejos.

Suena la reseca hojarasca,
canta un cobrizo búho en la penumbra:
se articula la carcasa y  masca,
la noche cálida que la alumbra.

Sigiloso, ahora se vuelve tosco,
ha sido sesgado y congelado,
su avance frío, lento y osco,
frente al vigilante se ha anegado.

Queda entonces la oportunidad,
de pasar sobre los árboles dispersos,
queda también, que salvedad,
esconderse entre peñascos muertos.  

La aldea la voz de alarma a dado,
el enemigo se hunde en el dilema,
de huir y no ser presa escapando,
y evitar la muerte en lucha extrema.

Ya la noche cae en giro brusco,
ya no tiene plagio su asalto,
la aldea  entera en golpe difuso,
acorrala al crimen en lo alto.

Cae fundido en chirrido mudo,
queda entre arbustos su porte ruin,
es el momento en que su escudo,
se parte y pliega cual cojín.

La noche se cuaja entre gritos,
bruñidos metales del invasor caído,
se elevan los humos en un rito,
se eliminó el peligro en un vahído.

RV 2019




lunes, 9 de diciembre de 2019


2019 - MonstruariO: capítulo #04 / "Miradas indiscretas"

Miradas indiscretas,
destellos de esmeraldas:
brillantes,
acuosas,
sublimes e inhiestas;
miradas indiscretas
que besan sus espaldas.

Designios de refinado alarde,
conspicuo e insaciable:
decrépito,
arisco,
mohoso su encuadre;
conmovido y deseable.

Se vuelve eléctrico su paso,
se hace enérgico el eco,
como si un sórdido manto,
oculte su latido seco.

Miradas indiscretas,
de fascinados duendes,
urdiendo viejas tretas,
escondidas en muebles.


Será posible alcanzar,
en obediente paso,
y así poder disfrutar,
su perfume raso.

Miradas indiscretas,
posible detonante,
si acaso no respetas,
su sombra vigilante.

RV 2019




domingo, 8 de diciembre de 2019


2019 - MonstruariO: capítulo #03 / "Del café que se sirve en tetera"

Del café que se sirve en  tetera,
impregnado de sueños naufragados,
consumado en el tiempo sin espera,
quedan solo recuerdos postergados.

Del café que se sirve en tetera,
su aroma escondido en cortinas,
retratos de mirada austera,
y un misterio de  trombas marinas.

No se sirve ni gusta en demasía,
no se deja caer sobre alfombrados,
se enluta la lluvia que esparcía,
a los muertos que ahora son nombrados.

Del café que se sirve en tetera,
las luciérnagas en espejo mojado,
que a la deriva un navío se esmera,
y sus luces delatan afondado.

Se degusta en silencio y empatía,
comensales de viajes arruinados,
cucharitas en choque y melodía,
como el eco de sueños condenados.

Del café que se sirve en tetera,
de metales que brillan en ocaso,
de sedientas arañas en espera,
dilatando la muerte con su paso.

¡Que me hundan en frío torbellino,
si del trance no he escarmentado!
¡Que se partan las aspas del molino,
 la molienda del café encantado!

Si en tetera el café nos es servido,
y al momento nadie lo ha notado,
que se erice  en trágico chirrido,
cuando el truco nos fue denegado.

Del café que se sirve en tetera,
del café que aún no has tomado,
de la mano que mece la caldera,
y lo vierte cual un cordel ahumado...

Quedan brotes oscuros enchastrando,
el mantel, los cubiertos dispersados,
las borrosas secuelas esperando,
una mano y sus dedos esmerados.

Del café que se sirva en tetera,
de las bocas rodeando porcelanas,
las miradas borrosas en la tela,
las futuras gotitas espontaneas.

RV 2019