Retractos # 14: “Edén
Ciempiés”
Cuando se dio el escandaloso caso de “Godofredo”, en el que
el abogado Edén Ciempiés defendió al poderoso Piter Maustin, después del violento desenlace que mantuvo al
Municipio de Bourart al borde del caos total, no
volvió a sentirse hablar del famoso profesional.
Mantuvo un perfil
bajo y fue desquiciado su intento por hacer creer a todos que sufría una
terrible enfermedad. Su patología, estaba concentrada en la venganza que pergeñó durante trece años. En ella, se retorcerían en el
fuego de la deshonra (pues no habría posibilidad de condena en calabozo), el Intendente
de Bourart y el mismo comandante de la policía de la
ciudad, el Coronel Lukanor.
Las pruebas que los
delatarían fueron preparadas exhaustivamente junto a su ayudante, el abogado Fritz Bamenthal, un pusilánime aprovechador
de ofertas ganadas a gente en banca rota, y a la que le quitaba propiedades con
beneficios mediante exoneración de multas e impuestos (aquí su sintonía con el
Intendente), y el pago de una suma que se equilibraba entre la burla y la
estafa.
Cuando el caso
Godofredo fue archivado, Edén Ciempiés había sido acusado de complicidad y
encubrimiento con Maustin, cargos de los que se
deshizo con brillante exposición de argumentos que no dieron lugar a objeción
alguna.
Para ese entonces, su
colega Fritz se encontraba absolutamente comprometido
en estafas que, a no ser porque implicaban al Intendente, hubiese derivado en
su prisión sin la más mínima posibilidad de apelación. Los diarios de la época
tomaban con gracia el bochornoso proceso, y uno de ellos, el semanario “La Pasta”, titulaba ese mismo
día en que era absuelto por falta de pruebas el miserable Fritz:
“si Bamenthal apela, el Estado empala”.
Pero el patético
personaje no tuvo la suerte de ver cumplida la venganza de su jefe, que tanto
no le hacía mella puesto que para él el Intendente era alguien a quien no
convenía investigar por estar él mismo involucrado en sus chanchullos.
Por otro lado, sus
propiedades y bienes no fueron tocados, hasta que surgió una pesada demanda por
evasión de impuestos contra varios profesionales que falsificaron timbres y
documentos, y entre los cuales, en primera fila, se encontraba Fritz como acusado. Murió de un infarto al leer la noticia
que lo arruinaba contundentemente y sin salvación, porque le faltaba pedir
ayuda al diablo, únicamente. Su cuerpo tardó en ser sepultado, pues pereció en
la misma estación de trenes de Bourart, y dada su
postura rigor mortis de enfrascamiento en la lectura,
nunca le fue exigido el billete y así llegó a la otra punta de la isla, después
de dos días y medio de “lectura entusiasta”.
Pero Edén reunió
pruebas suficientes para demostrar que el intendente y el comisario Lukanor (por entonces Sargento), habían conspirado contra
el millonario Piter Maustin
no por ser una amenaza en las elecciones municipales con su postulación, sino
por una cuestión pasional: un grotesco triángulo amoroso Intendente-Piter-Lukanor, con Godofredo como
amante de Piter que desestabilizó la relación y la
volvió tan violenta como para generar el desenlace ya sabido.
Nada de esto era
cierto, pero mediante documentos y cartas que Edén le pedía a Fritz (pues este accedía al despacho y a veces al
escritorio de Intendente), armó una confabulación que, siempre con ciertas
sutilezas, dejaba al desnudo una feroz homosexualidad secreta de el Intendente
y el super macho Sargento Lukanor.
En medio de una
terrible e incansable persecución de la prensa y exposición a los medios, ambos
jerarcas quedaron frente a la población como dos fervorosos gays
inescrupulosos y corrompidos hasta la medula.
El diario Mambrú
publicaba en su portada: “Jefe Municipal y Policial acuerdan un desafío
conjunto: en trámites hacer la cola apoyados con el bastón seguro de la milicada”.
Así entonces pasó a
retiro el abogado Edén Ciempiés, basándose en pruebas que ordenó de modo de
arrojar a la población acerca de qué clase de individuos hipócritas les
gobernaba.
Lukanor
se suicidó al año, y el intendente pasó al anonimato más anónimo que el del mismo
Edén.
Pero Edén no quiso
figurar ni resurgir de su sombría escondite, no sea cosa que, a fuerza de
indagar y revisar expedientes, se encuentre uno con la contradictoria
comprobación de que el abogado contribuía a la financiación de las diferentes
campañas políticas del Intendente, y lo que sería peor, que aceptó defender a Piter Maustin porque deseaba
desesperadamente recuperar el amor y afecto de quien hasta hacía poco había
sido su pareja incondicional, el intrépido Godofredo.
RV 2016.
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