lunes, 19 de noviembre de 2018


Los Viajes de Pingusio, Capítulo # 05: "Señales"

     Apenas percibió aquel extraño movimiento que parecía un centelleo en la planicie inmensa del desierto, Pingusio se demoró algunos segundos y cambió su curso en dirección a él.
  A medida que se acercaba la escena le fue pareciendo más confusa, y es que quien resplandecía entre rocas y arena, parecía querer llamar la atención a toda costa. Pingusio revoloteó en su entorno a una altura que le permitía observarlo  enteramente, y pasando desapercibido para el extraño agitador.
Entendió que algo buscaba y se detuvo en el aire a la altura de su rostro, para que le viese y entonces entender si aquellas gesticulaciones podían acompañarse de alguna explicación. El individuo, sin dejar de agitar los brazos, se mantuvo en suspenso, sin decir palabra, pero detuvo su marcha. Pingusio se vio reflejado en sus diminutos ojos, y notó que intentaba hacer foco en su cuerpito brillante y aleteante.
 Esperó unos minutos, cerca de veinte o treinta, esperaba alguna pregunta o, en el mejor de los casos, un breve discurso que le diera a entender aquella parafernalia exaltada. No emitió palabra alguna, el agitador desértico, así que fue Pingusio que comenzó la prosa:
-¡Buen día! ¿Por casualidad usted requiere auxilio por señas o simplemente es de sacudir los brazos a raíz de motivos aleatorios?
Inmutable, aquel extraño personaje se mantuvo en igual actitud. Pensó Pingusio en reanudar su marcha, pero la curiosidad le acompañaría sin cansancio y también se le acoplaría a la hora del descanso y la siesta, y sabiendo que es un pésimo compañero, prefirió intentar alguna otra cosa para dejarla allí.
-Usted, ¿me llama, me invita o sugiere algo? -A lo que agregó: -Pingusio es mi nombre y estoy de pasada, casi yéndome y en eso de irme consultándole por su actitud...
 No recibió respuesta.  Aquel tipo hacía extrañas cosas con los ojos que le daban a entender a Pingusio que también él lo estaba examinando. El zumbido de los penachos que tenía en las extremidades se volvía por momentos aturdidor, en una frecuencia muy baja pero que molestaba horriblemente. Por detrás de aquella criatura se distinguía una huella profunda y bastante recta que delataba su trayectoria, casi en paralelo a una zanja por donde se intuía en su profundidad oscura la humedad en las paredes producto de alguna corriente de agua.
 De repente el tipo retomó la marcha y Pingusio no esperó a que se le acerque para hacerse a un lado y quedar lo suficientemente alejado del recorrido de sus brazos que comenzaban con mayor fuerza a sacudirse. A una distancia de unos cuarenta metros, el agitador comenzó a emitir extraños sonidos que luego tomaron forma de palabras, aunque en un idioma incongruente.
-Milybeh, sent-ha, sent-ha. ¡Moykdo mílbez, mílibez, mílibez! Sent-ha...
Así se alejó, y si bien Pingusio en un primer momento creyó oportuno dedicarle un tiempo más volando a su flanco para ver si descifraba algún mensaje de sus palabras, poco a poco se fue frenando, y retomó su rumbo casi como una flecha, disgustado por no haber sacado conclusión alguna y sabiéndose intrigado por mucho tiempo...

RV 2018


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