viernes, 10 de febrero de 2023

 

2022 - Merodeadores / Capítulo 8º: "Bajo mis patas"

 Una noche de calor sofocante, inaudito para le fecha y presagiando una helada terrorífica para los próximos mese, deambulaba con cierta nostalgia de paisajes soñados, más nunca vistos. En el recorrido hacia el pequeño montecito donde estaba contenido todo mi alimento y futuro, elevé mi cabeza al cielo, olfateando con la inquietud de no reconocer ese olor extraño que me llegaba y desaparecía como un juego fantasmal que parecía irme arrastrando hacia una encrucijada.

 Hubo un momento en que el olor se hizo fuerte y penetrante, y cuando por algún torbellino de viento parecía disiparse, nuevamente aparecía acompañándome junto a la luna, pesada y blanca apareciendo y desapareciendo tras las dunas.

 Decidí sortear el pasaje al monte, y me fui desviando hacia la izquierda hasta atravesar una grosera duna oscura que sabía contenía en su interior rocas negras. Había estado allí hacía años, durante una noche tan calurosa como esta, y el desorientarme y perder completamente el rumbo, me obligó a merodear durante horas al borde de la muerte, bajo el sol implacable que se presentó rápidamente al amanecer... Finalmente encontré mi pequeña guarida fresca con los restos de las frutas más maduras que había dejado de lado por estar casi fermentadas: fueron mi salvación, y las bebí con la mayor de las gratitudes.

 Pero ahora era diferente, sin desconocer el peligro al que me podría enfrentar si se repitiese nuevamente el aterrador suceso de extraviarme, seguí aquel olor seco y mecánico, penetrante y violento como si se tratase del olor de otro mundo.

 A lo lejos pude percibir un pequeño punto oscuro, y detrás de él, colinas tenues... siguiendo una línea casi que perpendicular, divisé el monte. Debía tomar esta referencia para saber dónde me encontraba, y así moverme con disimulo hacia aquel punto que esparcía el olor forastero.

 Desde una piedra con forma esférica, a medio camino de una duna larga y sinuosa, pude ubicarme tan cerca de aquel individuo como para sacar todo tipo de información visual, sin ser visto ni siquiera con la mejor de las observaciones.

Cuando me posesioné cómodamente y con el mentón sobre la arena para hacer foco sin el menor movimiento, recordé las colinas que hacían de fondo, y me vinieron a la mente sus puntas dentadas y espantosamente desalineadas: se trataba de una cresta de rocas que también se expandían hacia atrás de ellas, y desde donde me encontraba era imposible verlas.

 Perdí el encanto de la búsqueda... ¿dije búsqueda? ¿Acaso estaba tras el posible camino a los valles y bosques soñados de los que ya estaba tan acostumbrado a saborear en cada pestañeo mental? No, no eran las formas de mi paisaje soñado; y la atención la fijé en la criatura de olor penetrante, silenciosa e inmóvil criatura...

 Era mucho más difícil de entender su morfología, más que cualquier otro personaje que me hubiese cruzado. Cada tanto parecía drenar o escupir un líquido negro por una inquietante abertura ubicada a la altura de lo que sería su entrepierna... Decidí acercarme, luego de pasar un buen rato deduciendo su postura para comprender que estaba parte de su cuerpo enterrado y pesadamente apostado en el suelo.

 Una vez a su lado, a escasos 5 metros de distancia, comprendí que aquel individuo podía ser una máquina, y que lo extraía del suelo, una suerte de aceite negro y muy viscoso, su función específica para lo que había sido creado...  pero me confundí.

-¡Fantástica noche! ¿No cree? -Dejó escapar con pasmosa soltura. Busqué su rostro y detuve mi mirada en lo que creí fuese su cabeza.

-¡Ya lo creo! (Respondí.)

Mi respuesta fue acorde a su aseveración, y pensé que la conversación tendría fluidez: me equivoqué de nuevo.

Dígame, caballero, ¿qué es lo que hace? (Pregunté directamente, pese a todas mis precauciones para no ser tan drásticamente torpe y alevoso en un diálogo.)

-Mire... -(hizo una pausa en la que intuí retraía parte de su cuerpo enterrado), -yo saco muestras de Aceite Milagroso, para lo que introduzco un inyector con una freza en su cabeza: de este modo perforo el desierto para luego succionar el aceite.

-¿Aceite Milagroso"? (pregunté asombrado). Ya se volvía una pesada carga intelectual el ignorar tantas cosas del desierto donde había nacido...

-Sí, el Aceite Milagroso. Es este mismo que ve chorreado por el suelo, y del que extraigo pequeñas muestras para analizar. Las recolecto de bastas extensiones por las que me desplazo durante cerca de ocho o nueve meses. El mejor y en mayores cantidades es al que luego se envía a un equipo de expertos para sustraerlo de abajo de la tierra. Yo llevo muestras y las coordenadas de su ubicación.

-Asombroso...

-Tan asombroso para usted, como tedioso para mí. -Respondió en el mismo instante en que ya se encontraba ligeramente parado sobre la arena. Luego agregó:

-Sepa disculparme, pero tengo para tres meses y diecisiete días, con todavía cuatrocientos trece perforaciones por realizar. Que tenga buen día.

 Rápidamente triplicó su altura, y de aquellas patas pesadas y groseramente macizas con las que se apoyaba sobre el suelo, surgieron otras muy delgadas pero igualmente metálicas. Comenzó una especie de ritual en el que sus movimientos, extremadamente lentos, articulaban una postura dinámica y que se contradecía con su rigurosa estática. Fue acelerando sus pasos hasta convertirlos en ágiles zancadas que lo alejaron de mí de forma vertiginosa.

 Entonces temí por ser tan poco precavido, y de haberse tratado de un depredador, me hubiese cazado en cuestión de segundos.

 Olfatee el aceite milagroso, y su extraño aroma y consistencia me causaron desagrado. Pensé en lo poco creíble que sería imaginar burbujas inmensas de este líquido viscoso bajo el desierto, su utilidad y su origen.

 Caminé con cierto impulso que con gracia me llevó al montecito de mi vida, de donde recojo mis frutas. Elegida la rama casi que por reflejo, comencé a arrastrarla con la cabeza de lado para no pisarla, y en el habitual procedimiento, me sentí con pocos fuerzas, cansado y con desgano...

 A medida que pasan los días en este desierto, criaturas desconocidas que están de paso me hablan de él, y yo descubro dónde creo que estoy parado. Esto me hace sentir cada vez más extraño y lejano a este paraje...

RV 2023


 

 

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