miércoles, 4 de febrero de 2015

Historias aberrantes - Capítulo #9: "Tras sus huellas..."


 En ágil carrera se empaña contra vidrieras y celosías inquietas, ilusión perenne, estática por momentos, inmersa en la más absoluta desconfianza. Tras ella se alza cual ola la adiposa  presencia de quien lo vio todo y exige una respuesta... La mujer deja atrás pueblos y bañados que diseminados por el mapa apenas se señalan con diminutas  salpicaduras de tinta.
 La costa, allí encontrará refugio y consuelo. "Soñada costa a cualquier costo." Por el momento solo basta con protegerse a sí misma y mantener su conciencia silenciosa, como un baúl que esconde recuerdos tormentosos deducibles en detalles sutiles pero precisos.
 En su obsoleto nimbo se esparce una flagrante rebeldía que la impulsa a sostener los motivos de un desenlace tan funesto. "Lo quité de mi camino, pesado y brutal escollo que atormentaba mis sueños y postraba mi vida en torpes, egoístas concesiones."
 Escapó ilesa de su propio pánico y descubrió, al cerrar postigos y puertas, que siempre había sido terca en su delicadeza, como flores crecidas enmarañadas entre ramas y espinas.
 Vidrieras y celosías inquietas indagan, se mueven y persiguen como abejas, una obsesión que en remolinos escapa al tráfico compulsivo.
 "Tras tus huellas, porque desde mi ventana vi lo que hiciste."
 Transcurridos varios kilómetros, el cigarro húmedo entre los labios y sin encender, la trajeron al sollozo que el error peina entre los escombros de su plan. "¿Un error? ¿Fue un error no encender la estufa a leña?" Comprende que debe ser corregido, como un tutor a una planta, es necesario rectificar lo que ha quedado suspendido en el devenir de las horas, quizás días...
 Vuelve sobre sus pasos, en vertiginosa maniobra que la mecánica avala. Cambia de senda, tan repentinamente que cruza a su perseguidor que ignora el fugaz encuentro.
 El tiempo le hará comprender que, por algún fenómeno nunca advertido, perdió el rastro de su presa, y ahora la noche lo envuelve entre destellos de la carretera. El hombre siente la burla y el odio en el medidor del combustible que ha bajado al mínimo. Piensa, a un lado de la carretera, piensa. Cree que alguien como aquella mujer, aventurada a una empresa premeditada y tan arriesgada, pudo haber previsto lo sucedido; donde un casual testigo la persiguió conciente de que un error por donde a través de una ventana presenció un asesinato, quedaría relegado al olvido fantasmal de aquella carrera, al fijar sus atención donde no debía fijarla.

RV 2015

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