Retractos # 09: “Otto
Pavel Pevlavsky”
“Nací en la República Soviética
de Baviera”, nos decía Pavel mientras
reía, y luego, pasaba el vaso tinto a la transparencia en un movimiento de ágil
costumbre.
¡Qué alemán raro, que
le gusta el vino y no toma cerveza! Solíamos decirle en las reuniones del club
de regatas, frente al mar.
-A mi la cerveza me cae mal, pero sepan que en Alemania
tenemos buen vino, y si no lo encontramos, lo apreciamos igual. –Bromeaba con
verdades, porque había algo que era cierto: Pavel, carpintero naval, tenía un paladar privilegiado que podía
reconocer un buen vino con olerlo.
Su padre trabajó en la firma Osram,
fue uno de los tantos esclavos de la brutalidad del nazismo, militó y combatió
hasta donde pudo. Con la caída de la camarilla de genocidas nazis, en Berlín,
tras la decisión de ejecutar opositores y destruir toda instalación o
infraestructura que aún quedase en pie por los ultra derechistas, allí su padre
pereció entre otros miles de hombres y mujeres. La población frenó a las hordas
nazis que volaban centrales eléctricas, represas, depósitos de agua o puentes,
hasta donde le fue posible. Su padre había sido transferido a una mina de
carbón, donde murió junto a mucha gente que fue víctima de un bombardeo: “los
nazis –contaba Pavel, -hacían despegar de aeródromos cercanos y que tuviesen
capacidad de operar, Dornier 217, Junkers
88, Henschel 123, etc,
cualquier cosa que pudiese transportar una bomba y las lanzaban en las bocas de
las minas, sepultando a la gente viva”
Cualquiera puede
entender el odio que genera un ejército invasor en otro país, cualquiera sea su
origen, y es casi fácil y natural comprender el rechazo y combate al ocupador,
pero estar en el nido de las serpientes y ser allí mismo disidente, es digno de
todo elogio y respeto.
-La resistencia en Alemania fue heroica, poco se dice y poco
se conoce en el exterior. Desde la derrota de Kursk,
festejada por los Rusos como el triunfo de la guerra, y el fallido atentado
contra Hitler y su camarilla de asesinos por parte de
otra facción nazi, tan pútrida y deplorable como ellos mismos, todo cambió. Las
ejecuciones en campos de exterminio de judíos, gitanos, opositores y todo lo
que representara una amenaza, pasó a tener un carácter disuasorio, la guerra ya
estaba desde hacía años completamente terminada y perdida. Entonces, para mayor
control interno, en el 44 todas las armas pasaron a orbita de las SS. La
derrota fue más terrible al estar en manos de subnormales e ineptos que, como
error más absurdo y patético, se creían un estado superior de la raza humana. Dos hermanos de mi padre murieron en su lucha anti-nazi. Uno fue ejecutado en una fábrica junto a otros
esclavos (¡Goering hizo fortunas vendiendo esclavos!),
y el otro pereció en primera línea en Stalingrado.
Mandaban al frente a la disidencia. –Nos contaba Pavel.
Pavel, ya viejo
cuando estas charlas que fueron hace muchos años, nunca manifestó odio ni
desprecio más que por los nazis, no por la tropa que obligada combatía, y en la
que uno de sus tíos fue enrolado. Salvó su vida, pero la ocupación de Polonia
lo mató en vida.
-¿Saben la importancia que tuvo para gran parte de la música
alemana la influencia polaca? ¿Saben la profunda admiración y agradecimiento
que siempre manifestó Teleman a la cultura polaca, de la que tuvo el
privilegio de conocer durante su estadía en Plessen o
Cracovia? ¡Y estos bastardos la bombardearon de un
día para el otro, mejor dicho, en la madrugada, y a esa traición cobarde la
maquillaron “guerra relámpago”!
Sin duda la tristeza
que Pavel evidenciaba le oprimía el corazón y seguramente, intentaría buscar en
algún detalle inconexo del devenir de la República de Weimar la
mal formación de una matriz que acarrearía el dolor y sufrimiento que inundó a
millones de personas.
Para nosotros,
aquellas palabras pegaban fuerte, y además, por haber estado tan lejos y al
margen de las disputas del “civilizado mundo occidental”, nos dejaba un sabor
agridulce, pues eran testimonios, palabras, y podía sentirse la desesperación
que afloraba en la mirada al intentar calmar desgracias tan terribles como las
ocurridas.
-Pavel, a eso que llaman “el primer mundo” da asco. Para mí
es un modelo que descarto de plano. –Le comentó Francisco, hijo de italianos
llegados aquí en el 41.
Pavel, sonrió, vio
como le llenaban nuevamente su vaso y comentó:
-Menos mal, por eso son mis amigos.
Pasaron años después
de esta charla, que traigo a la memoria hoy, y también son bastante los años
que pasaron desde su desaparición física.
A veces, cuando
navegamos en mi velero, junto a Juan y el mismo Francisco, sentados en la
pequeña sala bajo cubierta, construida enteramente por Pavel, lo recordamos
como si estuviese presente en la madera de los muebles. No es necesario decir
nada.
Por otro lado,
rescatar imágenes o sensaciones como fotos a medio revelar, fue lo que los ojos
de nuestro amigo alemán nos ha dejado.
A veces pienso que
los ojos son de agua, absorben escenarios y hechos tan terribles como felices,
y después los desparraman por todo el organismo. Nos forman, dan color y
estructuran posiciones y actitudes, modelan muecas, esconden gestos y expresan
sensaciones. Pero al igual que todo recuerdo, desarticulado y tremolante como
un sueño, aunque vivido por otro y contado al punto de generar nuevas
sensaciones producto de su representación, lo vivido por Pavel y su gente no
escaparía eventualmente a lo que cualquiera de nosotros podría vivir. Y
seguramente, y condicionados por lo acaecido en el transcurso de años tan
tenebrosos como aquellos, nosotros estaríamos gesticulando en este u otro idioma para hacernos
entender, y expresar, de la forma que menos devele nuestra tristeza, aquello
que ocurrió y de lo que nuestra conciencia a manera de traductor trasmita a
otras personas.
RV 2016
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