Retractos # 18: “Likter Liktor”
Likter Liktor supo ganarse el respeto entre la gran mayoría de los
funcionarios de la Likter
S.A., a pesar de su rudimentaria plataforma y sumisión a los
patrones de la empresa. Era difícil separar de su función primordial de control
y delación, a cada una de sus astutas y graciosas intervenciones en la vida
diaria de la empresa. Por momentos, parecían dos personas en una, pero creo que
era mucho más que eso…
Carecía de muchos de
los atributos de aparatos de su clase, y teniendo en cuenta que su rudimentaria
estructura estaba ya anticuada y evolucionada en un par de generaciones, Likter Liktor conservaba
componentes que con el paso del tiempo fueron nuevamente puestos en producción,
incluso con los mismos materiales debido a que su nueva versión no llegó a
tener el mismo nivel que optimizaba la sensibilidad de sus controvertidos
sistemas.
Pero había serias
disposiciones en cuanto a su mantenimiento, y sobre todo, con respecto a
nuestras actitudes de cara a él. Así es que estaba prohibido convidarlo con
cualquier tipo de alimento de consumo nuestro (esto incluía bebidas, sin
importar la temperatura y si contenían alcohol), u ofrecerle un sitio o asiento
que no estaba estrictamente dentro de su área de desplazamiento y ajustada a su
particular trasero.
Por otro lado, y en
la mayoría de los casos, Liktor compartía con
nosotros todo tipo de intimidades y era testigo de refriegas y altercados
dentro de nuestra sección, la PSF11:
“ensamblaje rígido”.
Bien, lo que es
ensamblaje rígido es el armado de la estructura de las muñecas escala 1:1 que
nuestra empresa produce. Las hay de todos los tamaños, edades, y gustos,
perfectas concubinas que se amoldan a nuestros primitivos instintos, solo a
esos, nada más. Después, permanecen en el suspenso que envuelve a cualquier
objeto dentro de un hogar, sin reparar uno si se encuentra aún allí y si
conserva la postura o ubicación que se le dio en una primera instancia.
Como funcionario de
la empresa, la misma nos ofrece muñecas con grandes descuentos, y lo que es
mejor, ajustable al punto de tener una mujer a medida supervisada en cada
detalle de su construcción para lograr el máximo placer en su usufructo.
Por ejemplo, a la
muñeca de Espeincinvader Umpierrez
(jefe de la sección PSD5, “maquillaje superficial”), se le ajustaron las
bisagras que hacen posible la articulación entre piernas y caderas. “Soy de
matraqueo frenético”, nos argumentó cuando su pedido exigió algunas
especificaciones técnicas antes de su abordaje. En el caso del ingeniero Sideguinder Colman, de la sección PGG34 (“acondicionamiento
térmico”), quizás un poco por su visión de corte intelectual y surrealista
sobre la mujer, o simplemente por padecer una patología psiquiatrita severa,
fue un desafío colocar dos vaginas donde los ojos, un
ojo donde su boca, y la boca, propiamente dicha, en el lugar natural donde toda
mujer luce su vagina. A la hora de argumentar estas
singulares modificaciones, en la ficha técnica de su muñeca, se leía con letra
enrulada y arrogante que invadía los renglones superior e inferior: “tengo
predilección por mujeres que encierran secretos con hermetismo y sabiduría, así
busco en su mirada sus sentimientos, penetro con pasión su intelecto y luego,
en la mayor intimidad, escucho sus palabras encantadas que pare como hijos
hermanados cual poesía”. Siempre le tuve miedo, pero su sección dista en 300 metros de la nuestra
y si son dos veces al año que me lo cruzo, es un verdadero milagro.
A todo esto Liktor aporta comentarios de un ingenio extraordinario,
muchos de los cuales pasan a definir situaciones comunes o a bautizar a
individuos.
Cuando Onzatroi Menéndez (funcionario de la sección PFF9,
“segregaciones líquidas”), confesó en el pedido de especificaciones técnicas de
su muñeca “me siento solo y triste”, Liktor sugirió
no hacer caso a los cambios propuestos por el veterano empleado. Onzatroi, casi imploraba en su nota la implementación de un
culo de proporciones aberrantemente gigantescas, y Liktor
decía que utilizando la misma masa requerida para la fabricación de aquellas
enormes nalgas, se le implantara a la muñeca un pene de soberbias proporciones.
Así es que sentir y sentarse eran para Liktor
“modalidades de una misma inquietud”.
Era de suponer que en
las reuniones sindicales, a la hora de abordar el tema de los “Corregidores” (así
se les decía a estos aparatos que en cada sección funcionaban con un mismo
cometido, y al que cada sección adoptaba con nombres diferentes), los
comentarios tuviesen una fuerte carga negativa y de rechazo. Se exigía cada vez más que se regulen las
intervenciones de los Corregidores, se disminuya su carga horaria de trabajo en
contacto con el personal humano, y se les desactivara la cámara de televisión
que portaban estúpidamente disimulada a un costado de la cabeza.
A no ser por la
cámara que prácticamente ya no la portaba ningún Corregidor, salvo en aquellos
que trabajaban en secciones donde se manipulaban componentes químicos nocivos
para la salud de la gente, las otras dos reivindicaciones una y otra vez eran
rechazadas por la empresa.
A raíz de una
intervención policial anticipada que reprimió una manifestación en las afueras
de la empresa, antes de que se hubiese siquiera proclamado la causa de la
misma, fue que se volvió una causa principal la erradicación total y definitiva
de los Corregidores dentro de cualquier espacio laboral.
El despido de dos
compañeras que se quejaron en un medio de prensa del “salvaje uso
indiscriminado de torpes representaciones de los atributos femeninos” por parte
de la empresa, fue el motivo por el que se llevó o se intentó llevar a cabo el
mitin.
Sin duda fue un
Corregidor quien puso al tanto a los empresarios de la movilización solidaria
de los trabajadores, y entonces, frente a la negativa de retirar a los robots,
la lucha se volvió despiadada contra ellos.
Para ese entonces, yo
había escrito mi pedido de modificaciones en mi muñeca, y esperaba
absolutamente ansioso los comentarios que Liktor
hiciese sobre ellos.
Pues bien, a mi
muñeca la imaginé y después poseí, de la siguiente manera. Es conmovedora la
justificación de dichos cambios, no tanto por contener aspectos que hacen a la
infancia de otrora, sino por la ligereza
casi perversa con la que pretendo deshacer vestigios de un posible complejo de
Edipo, o negación de la importancia constructiva de la mujer en la sensibilidad
de cada individuo al crecer y los pilares donde su persona esboce pertenecía o
adversidad a condicionantes culturales. Dispuestas de forma lineal, desde su
ubicación original hacia abajo, en dos hileras de tres, pedía sin mayores datos,
la colocación de seis tetas de tamaño mediano,
tirando a pequeño. Sugería el modelo “Tetín austero
tipo RK-12”,
donde además de su forma clásica piramidal, ofrecía una proporción cincuenta
por cien pezón, lo que le daba un aspecto intimidatorio, y por momentos hacía
confusa su verdadera esencia, llevándolo a uno a pensar que se encontraba
frente a una batería antiaérea. A esto, le agregaba la exigencia de que la
articulación de sus rodillas estuviese invertida, de modo de que, una vez zaceado
mi apetito, la muñeca se retira replegándose sobre sus pasos y desapareciendo
hacia la habitación contigua, evitándome con su presencia reflejar en mi
inmediata angustia mis conflictos y vergüenza. Esto era bastante tenebroso, no
lo referido a mi estado anímico una vez consumado el acto, sino verle
desaparecer a gran velocidad, con el movimiento de las piernas de manera
monstruoso, inexpresiva y con la vista apagada, hundirse en la oscuridad del
cuarto que la albergaba. Después, el chirriar del ropero y los numerosos golpes
de su puerta que obstinadamente ejercían fuerza opuesta a su brazo mecánico.
No pude conocer los
reparos que Liktor hiciera sobre mi muñeca ni sobre
mi, pero soy conciente de que serían, sin duda a equivocarme, simplemente
geniales.
Y tampoco me
equivocaría sobre lo que esa cabeza de latón encerraba, puesto que nunca lo
pude saber, ya que después de una enorme movilización, cuando ya las palabras
con la rudimentaria clase dirigente y patrones necios se volvió un sordo
arrebato de justificaciones, se introdujo en la boca de cada Corrector un limón
o una naranja, sabiéndose de antemano del deterioro irreversible que el ácido
cítrico ejercía sobre ellos.
Pero creo que Liktor era más que un robot. Y pienso además de que nuestra
enajenación era para él motivo de objeciones y desencanto acerca de la
condición humana, y al contrario de lo que la gran mayoría pensaba de él como
delator, era un verdadero amigo que a pesar de su obligado y programado
encierro, supo manifestar la gracia y sensibilidad que la mayoría de nosotros
ya hace tiempo había perdido.
RV 2016.
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