2022 - Merodeadores / Capítulo 10º: "En direcciones diametralmente opuestas"
El viento cálido del desierto me peinaba los bigotes en una tarde hermosa y despejada, y en su viaje, pensaba si mi olor llegaría hasta los bosque soñados. Estaría presente en tantos lugares como la brisa me hubiese envestido.
Sería entonces el momento de pensar en que cada imagen del desierto que frente a mí se plasmara, sería un sueño o recuerdo lejano y difuso del que rescataría los más delicados detalles que guardaría como piezas de un tesoro fabuloso. Pero era realmente poco atinado considerar esta posibilidad como un mandato destilado desde las estrellas, reflejando en destellos fosforescentes sobre la arena, el camino hacia este lugar nunca visto y documentado...
¿Los parámetros serían todo aquello que no es lo que es del desierto?
Sentí pasos desde mi lado izquierdo, solo que las piedras que me hacían de refugio, me impidieron saber de quién se trataba. Sentí las pisadas morder la arena y hacerla crujir bajo su peso, pero su cercanía me puso en alerta máxima acurrucándome a las piedras.
Un extraño pajarraco, una criatura de gran porte, de indefinidos rasgos y confusos movimientos quedó en frente mío, se detuvo y no dejó de mirarme con aquel ojo que estaba en el flanco visual que me contenía. Parecía tener ropas y joyas barrocas, era difícil saber qué elemento era qué, y cuál correspondía a cada uno de ellos. Pensé que al menor movimiento, debería escapar en sentido opuesto a su posición y marcha, obligándole a darse media vuelta y así ganarle terreno en su torpe y pesada maniobra de redireccionar el ataque. Obviamente correría también en sentido opuesto de mi madriguera, alejándome de forma diametralmente opuesta a su ubicación, pero describiendo un semicírculo de prolongado radio capaz de incomodar las tácticas de caza de una bestia depredadora como aquella...
-Joven... -dejó escapar con voz clara y muy ronca. -¿Me daría usted las coordenadas correctas para acercarme a la gran metrópolis de Sâqued?
Pensé igualmente en huir, pero en la primera reacción al verle, del miedo me había replegado en un instintivo salto que me trancó una pata trasera entre dos piedras, y para escapar de tal situación, debía hacer un movimiento hacia adelante que podría ser mal interpretado por aquel animal perdido, y considerar que le hubiese intentado atacar. Me decidí a hablarle:
No sé bien qué es... no sé dónde está Sâked. (Su enorme ojo no parpadeaba ni se movía de mí, era tan grande que hasta creí verme reflejado en él. Se mantuvo expectante. Su atuendo sofisticado y atiborrado de encajes, bordados y piezas doradas, por momentos parecían tener vida propia, pero eran los brillos que producía el sol en su viaje tras las dunas, y este efecto me mareaba un poco. Tuve que mirar hacia otro lado. En la proyección de su sombra deduje que algo así como una gran pipa deforme estaba del otro lado de su boca.)
-¿No ha sentido hablar de Sâked, la gran ciudad de Sâked? Bueno, hacia allí me dirijo luego de que mi nave perdiese impulso y su propulsión mermase... Ahora sólo necesito saber si es correcta la dirección en la que me muevo.
-Vea, señor...
-Conde de Oulx.
-Señor Conde de Olks... el desierto de Cook es verdaderamente inmenso, no es que lo haya recorrido, no, no, simplemente se apersonan tantas criaturas que me da a entender de que su espacio debe ser verdaderamente enorme, y todos vienen de lugares que están atrás de los horizontes que me circunvalan...
El Conde me observó durante un rato, y entendí en su mirada inquisidora todo el desprecio hacia una criatura insignificante como yo, y el grosero y pequeño mundo que me era conocido, el cual era simplemente absolutamente limitado y de una mediocridad dramática. Me decidí a hablarle, porque no sabía cómo podía terminar aquello: un súbdito idiota que no puede siquiera señalarle el camino a su amo...
¿Pero de dónde venía, (le pregunté), cómo es posible que alguien de su alcurnia se encuentre desamparado y sin escolta en medio del desierto? (Me respondió inmediatamente, al punto de sorprenderme y no entender bien de qué me hablaba al principio.)
-Mi palacio fue tomado por criaturas repugnantes y mezquinas, mediante una estrategia bien planificada, fue mi guardia y escoltas sorprendidas y diezmadas obligándome a huir de forma escalofriante para salvar mi vida. La autonomía de mi nave era limitada, y creí que como mínimo, usted estaría en grado de indicarme por dónde ir. Pero visto que ignora que hay más allá de su hocico, y no comprende un universo que no sea aquel de su pelambre y la arena, mi conversación termina aquí.
El enorme pajarraco reanudó la marcha, haciendo sonar la arena bajo sus patas. No le quité la mirada de encima hasta verle desaparecer detrás de las dunas, y como un mal presagio liberado a último momento, el sol también se ocultó como escapando de su presencia despreciable. Había destrancado mi pata en algún instante de la conversación.
Pensé qué hacer o decir para retenerle un instante, para que no se fuese defraudado y yo me sintiese tan frustrado, pero mi universo no estaba únicamente constituido por mi pelambre y la arena.
Lentamente me desplacé hasta mi querido montecito de frutas, ofuscado y también muy decepcionado con aquel mamotreto arrogante y mal educado. Volví con mi rama y observé el brillo de alguna estrella en el sudor de mi hocico, y me detuve. Pensé que se había equivocado, y que fui un tonto al no decírselo; al no decirle que en mi universo estaban contemplados bosques con muchas plantas y lagos con cascadas... ¡hasta pensé en correr a gritárselo! Pero también hubiese sido muy incrédulo pensar en que para alguien como él sería de importancia mi confesión.
Continué el camino con mi rama hacia la cueva. Estaba claro que ahora debía encontrar aquel paisaje maravilloso, y me refugiaba en el argumento de que para mí el desierto ya no podría ser el mismo, porque no podía saber quiénes lo recorrían ni qué intensiones tenían. Y por sobre todas las cosas, que justamente aquellas criaturas más negativas y desagradables, rechazaran y malinterpretaran como escueto y breve mi universo, lo que me esperanzaba en jamás encontrarlas allí.
RV 2023 - Fin